En la última década, la tecnología ha transformado radicalmente la manera en que se envían y reciben remesas a nivel global. La República Dominicana, un país donde las remesas son un pilar económico esencial, no ha sido la excepción. Hoy en día, las aplicaciones móviles han emergido como el canal preferido para las transacciones de remesas, ofreciendo un servicio rápido, seguro y accesible para millones de dominicanos tanto dentro como fuera del país.
Un reciente informe de Visa, titulado Money Travels: Adopción de Remesas Digitales en 2024, destaca que en países como México, las aplicaciones móviles dominan el mercado de remesas con un 64% de los usuarios eligiendo esta opción para enviar dinero y un 59% para recibirlo. Aunque estos datos reflejan la realidad mexicana, sirven como un indicativo de las tendencias que se están consolidando también en la República Dominicana.
El ascenso de las Apps en la República Dominicana
El flujo de remesas en la República Dominicana ha experimentado un crecimiento sostenido, impulsado por la creciente adopción de aplicaciones móviles para estas transacciones. En 2023, las remesas alcanzaron un récord de US$10,403.8 millones, representando un crecimiento interanual del 7.6%. Según el Banco Central de la República Dominicana (BCRD), solo en los primeros cuatro meses de 2024, las remesas recibidas ya sumaron US$3,495.2 millones, un incremento del 6.2% en comparación con el mismo período del año anterior.
Este crecimiento refleja la preferencia de los dominicanos por las aplicaciones móviles debido a su facilidad de uso, seguridad y rapidez. Las apps permiten a los usuarios enviar y recibir dinero en cuestión de minutos, eliminando la necesidad de acudir a puntos de remesas físicos y ofreciendo la posibilidad de realizar transacciones desde cualquier lugar y en cualquier momento. Por eso vemos como Banreserva abre sucursales en el exterior, en búsqueda de esas remesas, una estrategia acertada.
Migración y migrantes: dimensiones y desarrollos regionales
La migración es un fenómeno que ha moldeado profundamente la dinámica económica de la República Dominicana, con impactos directos sobre el flujo de remesas. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la República Dominicana es tanto un país de origen como de destino de migrantes, con un flujo significativo de personas hacia y desde naciones como Estados Unidos y Haití.
Un aspecto que merece especial atención es la migración indocumentada desde Haití. Este grupo, que representa una parte considerable de la población migrante en la República Dominicana, utiliza frecuentemente los servicios de remesas digitales para enviar dinero a sus familias en Haití. Sin embargo, la situación plantea desafíos complejos para la economía dominicana.
Muchos de estos migrantes indocumentados no contribuyen al sistema fiscal dominicano a través del pago de impuestos, pero sí consumen recursos esenciales como salud, educación, agua potable y electricidad, sin retribuir económicamente al estado. A pesar de esto, continúan extrayendo dinero del país a través de remesas, lo que genera una fuga de capital que podría tener implicaciones negativas para la economía local.
Este fenómeno también plantea preguntas sobre la sostenibilidad de los recursos públicos y la equidad en su distribución. En 2023, se estimó que más de US$450 millones fueron enviados desde la República Dominicana a Haití a través de remesas. Este flujo de dinero, sin una contribución fiscal significativa por parte de los remitentes, representa un desafío que debe ser abordado para asegurar la sostenibilidad económica del país.
Impacto en la economía y la sociedad dominicana
Las remesas son una fuente crucial de ingresos para muchas familias dominicanas, y su impacto en la economía nacional es significativo. Se estima que más del 11% del Producto Interno Bruto (PIB) del país proviene de remesas, superando incluso los ingresos por turismo. La facilidad y accesibilidad que brindan las aplicaciones móviles han hecho que más hogares dependan de estas herramientas para recibir apoyo económico desde el exterior.
Sin embargo, el flujo de remesas hacia Haití por parte de migrantes indocumentados plantea un desafío adicional. Mientras que las remesas que envían los dominicanos en el exterior apoyan el desarrollo económico interno, las que salen hacia Haití sin una contribución fiscal significativa representan una salida de capital que no se traduce en beneficios directos para la economía dominicana.
Proyecciones de crecimiento para 2030
El futuro de las remesas en la República Dominicana es prometedor, especialmente a medida que la digitalización continúa ganando terreno. Se proyecta que para 2030, las remesas digitales podrían representar más del 80% del total de remesas recibidas en el país, lo que equivaldría a US$15,000 millones anuales. Este crecimiento estaría impulsado por la mayor adopción de tecnología móvil, mejoras en la infraestructura digital y la reducción de los costos de envío.
Reducir los costos de envío, que actualmente promedian un 6.79%, es una meta crucial para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible propuestos por la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que buscan reducir este costo a un 3%. Cada reducción del 1% en los costos de envío podría significar un ahorro de aproximadamente US$100 millones para las familias dominicanas. Este dinero adicional podría ser reinvertido en la economía local, estimulando el crecimiento y la inversión en sectores clave.
El dominio de las aplicaciones móviles en el envío de remesas está redefiniendo el panorama financiero de la República Dominicana. Sin embargo, es esencial abordar los desafíos que plantea la migración indocumentada, especialmente en cuanto a la salida de remesas hacia Haití. Mientras el país avanza hacia una mayor digitalización y accesibilidad financiera, es fundamental asegurar que los beneficios económicos se distribuyan de manera equitativa y que los recursos públicos se gestionen de forma sostenible. El futuro de las remesas en la República Dominicana es digital, y las proyecciones indican que el país está en el camino correcto para maximizar los beneficios económicos de este flujo financiero crucial, asegurando un crecimiento sostenido hacia 2030 y más allá.