Desde hace dos meses se preveía que habría una intervención militar en Haití. Comenzó cuando en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tanto China como Rusia, países con derecho al veto, pidieron la misma. Cuando la Minustah llegó a Haití en el 2004 incluyó soldados chinos, seis de los cuales murieron allí y eso a pesar de que Haití continúa reconociendo a Taiwán.
Nuestro país, desde que estuvo temporalmente en el Consejo de Seguridad, algo que se inició durante el gobierno de Danilo Medina, planteó la necesidad de hacerle caso al problema haitiano y, además, tanto el presidente Luis Abinader como el canciller Roberto Álvarez en diferentes foros han estado insistiendo sobre el mismo tema.
Canadá en el Consejo de Seguridad también hizo lo mismo y prometió plata, al tiempo que Estados Unidos y México anunciaron que presentarían una resolución al respecto. Los países de Caricom estaban muy divididos, pero recientemente rectificaron y aceptaron la idea de una intervención, aunque no sabemos si esta incluirá soldados de esa región. Desde la semana pasada el departamento de Estado ha anunciado que estudia cómo participar en la misma.
El gobierno haitiano, incluyendo todo su gabinete, finalmente solicitó la intervención lo cual hizo que el sábado antes pasado el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, pidiera al Consejo de Seguridad que organizara la misma y fue muy flexible al hablar sobre la posibilidad de militares de un solo país, o de dos, o más. Estamos, pues, hablando de una intervención de solo americanos, canadienses u otros, pero no cascos azules como cuando la Minustah, a lo que se ha opuesto públicamente el gobierno haitiano. El embajador haitiano en Washington pidió específicamente que fuesen norteamericanos y canadienses.
En esta misma columna hace una semana sugerí que como se trataba de terroristas encabezando bandas haitianas, se aplicara el modelo utilizado por Estados Unidos en Somalia y que desde los tiempos de Obama incluía el uso de drones para minimizar tener que contar con “botas en tierra”, política que había sido ampliada en el gobierno de Trump, pero pocas horas después de mi artículo el gobierno norteamericano avisó que recortaría drásticamente el uso de drones para evitar víctimas inocentes.
Es probable que los soldados extranjeros que auxiliarán a la policía haitiana lleguen por el mismo puerto por donde se lleva el combustible a Haití y que está bloqueado por las bandas y que luego prosigan a Puerto Príncipe para acabar con las mismas. No debemos dar importancia a la opinión de congresistas haitianos de dudosa legalidad, quienes se oponen a la intervención.
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