¿Por qué Abinader no dice que va?

Los piropos del FMI y demás organizaciones internacionales, por la estabilidad y el crecimiento, junto con la ausencia de alternativas con virtudes similares a Abinader, permiten pronosticar que va ¡y se queda!

El venidero 17 de agosto, en ocho días, vence el plazo para anunciar la candidatura de Luis Abinader por su Partido Revolucionario Moderno para optar por una reelección que sería un “clavo pasao” según las más recientes encuestas.

En los mentideros políticos y demás ambientes donde se habla de asuntos públicos es un tema común, pese a intuir la respuesta lógica, la interrogante: ¿Luis va o se queda? La pregunta no está mal hecha, pues creo que sólo un cataclismo o suceso inesperado impediría una cómoda reelección de Abinader dentro de diez meses.

Sin embargo, desde que muchos coinciden en las muy altas probabilidades de que gane en primera vuelta, sigue la pregunta del presente análisis: ¿por qué no dice que sí va?

Antecedentes
Después del ajusticiamiento de Trujillo en 1961 y el turbulento cuatrienio que culminó con la guerra civil de 1965, desde 1966 la República Dominicana lleva 57 años de vida democrática, con quince elecciones presidenciales, algunas bastante disputadas o cuyos resultados se atribuyeron a fraudes o irregularidades, pero sin ninguna interrupción del orden constitucional.

Durante las casi seis décadas de democracia ininterrumpida, el afán reeleccionista de algunos presidentes ha provocado grandes tensiones políticas.

Balaguer (1906-2002) fue presidente de 1960 a 1962, de 1966 a 1978 y de 1986 a 1996, para un total de 24 años de gobierno durante ocho períodos distintos.

Sin embargo, más notorio aún que esa dilatada gestión como estadista, que le valió ser declarado padre de la democracia por un Congreso dominado por sus adversarios del PRD, es que, con excepción de 1996, desde 1966 todas las elecciones realizadas hasta su fallecimiento lo incluyeron como candidato.

Ese continuismo balaguerista tuvo como adversario constante a Juan Bosch (1909-2001), quien tras ser electo en 1963 apenas gobernó siete meses, y sus dos partidos, el PRD y el PLD.

Pese a oponerse a las reelecciones de Balaguer, Bosch mismo pasó toda su vida aspirando al poder, hasta que su penosa demencia senil obligó a su PLD a no defender un alegado triunfo suyo en 1990 y alentar el surgimiento de nuevos candidatos como Leonel Fernández, electo con apoyo de Balaguer en 1996, con 42 años, y vuelto al poder de 2004 a 2012, y Danilo Medina, cuya constitucionalmente impedida repostulación en 2020, tras dos períodos, fue frenada además por una famosa llamada telefónica desde Washington.

Peña Gómez (1937-1998), líder histórico del PRD tras Bosch, apoyó a Guzmán en 1978 y a Jorge Blanco en 1982, pero tras enemistarse con Jacobo Majluta inició el declive de su partido, que llegó al poder en el 2000 con Hipólito Mejía, quien no logró ser reelegido. Tras la migración de dirigentes y militantes del PRD al PRM, el PRD se ha convertido en un cascarón minoritario.

Ex anti-reeleccionistas
Dentro del antiguo PRD, el mayor anti reeleccionista, contrario hasta a candidatos del propio partido, por lo que formó tienda aparte, fue Hatuey De Camps, llamado superministro de Jorge Blanco.

Paradójicamente, sus hijos, ex esposa, familiares y seguidores acumulan hoy más cargos que ninguna familia: Luis Miguel De Camps es ministro de Trabajo; Milagros De Camps Germán, viceministro de Ambiente; Milagros Germán Olalla, ministro de Cultura; Eduardo Sanz Lovatón, director de Aduanas (por mérito político propio pese a filiación política “hatueycista”). Todos favorecen la postulación de Abinader.

Muchas de las decisiones políticas del actual gobierno y del liderazgo del PRM toman en consideración la data de encuestas y sondeos de opinión pública.

Desde hace décadas, los votantes dicen que prefieren que los presidentes no sean reeleccionistas, pero ese mismo electorado ha elegido reiteradas veces a candidatos que son presidentes.

Actualmente, pese a su antigua vocación anti-reeleccionista, no hay ninguno de los principales partidos tan compactamente unificado en torno a su líder, como lo está el PRM apoyando a Abinader.

Expectación
Algunos falsos amigos de Luis dicen que éste empeñó su palabra de que no buscaría la reelección. Ante la historia, no será difícil al PRM justificar con buenas razones la postulación a un segundo período del presidente Abinader, especialmente cuando las únicas dos alternativas viables, Abel Martínez del PLD y Leonel de su FUPU, son y han sido intensamente reeleccionistas.

Aparte de Balaguer, que asumió el poder en 1966 con el país afectado por la guerra civil, ningún presidente ha debido iniciar su gobierno enfrentando retos tan enormes como la pandemia del COVID y los efectos de la guerra rusa en Ucrania.

Las mayores fallas del actual gobierno, el fracaso de las EDEs y del Ministerio de Educación, o el lawfare del Ministerio Público contra exfuncionarios del PLD acusados de corrupción e impedidos de defenderse en libertad, no lucen suficientemente indignantes para motivar un voto de rechazo contra Abinader.

Al contrario, el apoyo de sectores mayoritarios entre el pueblo llano, favorecido por enormes subsidios ante las crisis de origen externo, y de casi todo el liderazgo empresarial que aprecia la decencia personal suya y la estabilidad con crecimiento, apuntalan una reelección de Abinader, primer presidente dominicano nacido después de la revolución de 1965.

¿Que por qué Abinader no dice que va? Quizás es la excepción al “cambio”. Ninguno lo ha anunciado antes de que sea indispensable.

¿Dirá un discurso el 16 de agosto? Las encuestas más reputadas coinciden en que Luis concita, sin ser candidato, entre 53 % y 59 % del voto declarado, porcentaje que es mayor contando sólo a quienes votarán. Los piropos del FMI y demás organizaciones internacionales, por la estabilidad y el crecimiento, junto con la ausencia de alternativas con virtudes similares a Abinader, permiten pronosticar que va ¡y se queda!