Redacción.- Desde la invasión de Ucrania por Rusia, el precio del petróleo ha experimentado una caída, mientras que los precios de la gasolina y el diésel han permanecido altos. Esta situación plantea la pregunta de si las condiciones del mercado son las únicas responsables de esta escalada persistente o si otros factores están en juego.
¿Qué es el poder de mercado?
El poder de mercado es la capacidad de uno o varios actores de influir en el precio y la producción de un bien dentro de un mercado determinado. En el sector petrolero, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la OPEP+ son claros ejemplos de este poder, ya que mediante recortes o aumentos en la producción, logran alterar los precios del crudo a su favor.
Incertidumbres en la industria petrolera
El crecimiento de fuentes de energía alternativas y la adopción de vehículos eléctricos han generado incertidumbre en la industria del petróleo. Aunque la demanda de hidrocarburos se mantiene, su crecimiento es cada vez más lento. Ante esta situación, las grandes compañías petroleras siguen reportando beneficios récord, aprovechando cualquier shock negativo en la oferta, como problemas de suministro o tensiones geopolíticas, para aumentar los precios.
A diferencia de los shocks negativos, los shocks positivos en la oferta, como el descubrimiento de nuevos yacimientos o el abaratamiento del refino, no suelen tener el mismo impacto a la baja en los precios del petróleo.
Dependencia de los combustibles fósiles
La baja elasticidad de la demanda de combustibles fósiles significa que su consumo es difícil de reducir, lo que hace que los precios al alza sean fácilmente aceptados. Al ser un insumo clave en el sistema productivo, cualquier alteración en los precios de los combustibles afecta no solo en el corto plazo, sino también a largo plazo, ya que influye en la inflación y el resto de la economía.
Este excesivo poder de mercado no refleja los verdaderos costes de los combustibles, lo que incrementa los precios finales, afecta el poder adquisitivo de las familias y dispara los costes de producción para las empresas, perjudicando la estabilidad económica general.
Impacto de los impuestos y el margen de ganancia
En el caso de España, el esquema impositivo sobre los carburantes incluye un IVA del 21 % y un impuesto especial de hidrocarburos. Estos impuestos representan aproximadamente el 50 % del precio final de la gasolina y el diésel. Pese a las fluctuaciones del precio del crudo, los impuestos y otros factores como el tipo de cambio entre el dólar y el euro, el precio de los combustibles se mantiene resistente a la baja.
Entre 2014 y 2024, la cotización del barril Brent se abarató un 21,33 %, pero el precio de la gasolina de 95 octanos aumentó un 9,15 % y el del gasóleo un 7,5 %. Esto evidencia que, a pesar de la caída en los precios del petróleo, los precios de los combustibles han subido más de lo que bajaron cuando el mercado lo permitió.
Las estaciones de servicio low cost
Otro indicador del poder de mercado es la diferencia de precios entre las estaciones de servicio low cost y las grandes compañías. Aunque ambas obtienen su materia prima del mismo mercado mayorista, las primeras ofrecen precios significativamente más bajos, lo que sugiere que las grandes petroleras ejercen un poder de mercado considerable para mantener precios elevados.
Mirando al futuro
Las políticas energéticas deben enfocarse en incentivar el uso de energías limpias y en regular de manera más estricta a las grandes corporaciones energéticas. Estas empresas tienen la capacidad de influir en la economía global y en el bienestar de la población mediante sus estrategias de mercado, por lo que su vigilancia es crucial para garantizar una transición energética justa y sostenible.
Esta nota ha sido elaborada a partir de un análisis publicado en The Conversation.
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