Redacción.- Muchas personas, cuando preparan frutas y verduras, las pelan por defecto. Sin embargo, a menudo, no es necesario. Hay nutrientes importantes en la cascara.
Las frutas y verduras son fuentes ricas en vitaminas, minerales, fibra y muchos fitoquímicos (sustancias químicas vegetales) como los antioxidantes (sustancias que protegen a las células).
No consumir suficientes de estos alimentos ricos en nutrientes está relacionado con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas, incluidas las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2.
En 2017, la Organización Mundial de la Salud informó de que alrededor de 3,9 millones de muertes al año en todo el mundo se atribuyen a personas que no comen suficientes frutas y verduras.
Conseguir comer 400 gramos de frutas y verduras al día, como recomienda la OMS, es difícil para muchas personas. Entonces, ¿el consumo de frutas y verduras con su piel podría ayudar con este problema al agregar nutrientes importantes a las dietas de las personas?
Sin duda, pueden contribuir. Por ejemplo, cantidades nutricionalmente importantes de vitaminas, como la vitamina C y la riboflavina, y minerales como el hierro y el zinc se encuentran en la piel de siete tubérculos: remolacha, mostaza silvestre, zanahoria silvestre, camote o boniato, rábano, jengibre y papa blanca.
Y el Departamento de Agricultura de EE.UU. muestra que las manzanas sin pelar contienen un 15% más de vitamina C, un 267% más de vitamina K, un 20% más de calcio, un 19% más de potasio y un 85% más de fibra que sus equivalentes peladas. Además, muchas cáscaras son ricas en fitoquímicos biológicamente activos, como flavonoides y polifenoles, que tienen propiedades antioxidantes y antimicrobianas.
Otra razón para no descartar las mondaduras es su efecto sobre el medio ambiente. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, los alimentos no consumidos, incluida la cáscara, generan entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. Los alimentos que se pudren en los vertederos liberan metano, el gas de efecto invernadero más potente.