REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Expertos en salud mental llevan meses advirtiendo de la obsesión por la cosmética y de cómo afecta al bienestar emocional de niñas de unos 12 años, entre las que se encuentran algunas adictas al consumo de productos de cuidado facial, maquillaje y belleza.
Más allá de lo innecesario que resulta que adolescentes de tan corta edad utilicen ciertos productos para el cuidado de la piel, como puede ser el retinol, la exposición constante a cánones de belleza irreales y a su intento de alcanzarlos puede dar lugar a problemas de salud mental y, como mínimo, de verdadero malestar emocional.
Esta obsesión por al cosmética es “una tendencia creciente entre niños, y en especial niñas, y adolescentes hacia el cuidado intensivo de la piel, inspirado en gran medida por la popularidad de marcas de belleza y las redes sociales”, señala Conchita Sisí, psicóloga y directora de la clínica Salud en Mente. “Este fenómeno no se trata de un trastorno, sino más bien de un comportamiento con un fuerte carácter adictivo influenciado por la industria de la belleza y el marketing dirigido a jóvenes”.
La cuestión es que cada vez es menor la edad a la que las chicas se exponen a contenidos de marcado interés publicitario. Así, tutoriales de maquillaje, influencers y campañas publicitarias (pues suele ser a través de redes sociales) hacen que niñas, niños y adolescentes desarrollen “un interés precoz y, a veces, intenso en el cuidado personal y la estética”, tal y como nos indica Conchita Sisí.
Todo ello implica una serie de riesgos en el bienestar emocional de las niñas, y que puede llegar a afectar a su autopercepción, como advierte la psicóloga. Los peligros más evidentes son, como señala, los siguientes:
Sobreexposición a redes sociales y a ideales de belleza inalcanzables: el nivel alarmante de sobreexposición a ideales de belleza es el principal problema al respecto al que se enfrentan las niñas.
Distorsión de la imagen que tienen de sí mismas: esto conlleva, a su vez, un impacto significativo -y no siempre positivo- en su autoimagen, generando una distorsión en la percepción que tienen de sus propios cuerpos.
Necesidad de un perfeccionismo inalcanzable: la necesidad, cada vez mayor, de perfeccionismo, baja autoestima y una alarmante y creciente necesidad de consumo relacionada con la búsqueda de esos estándares que, en la mayoría de las ocasiones, son inalcanzables, sobre todo teniendo en cuenta su edad.
¿De qué manera esta obsesión estética puede llegar a distorsionar la imagen que las niñas y adolescentes tienen de sí mismas?
Son varias las maneras en las que la obsesión con el cuidado de la piel y la cosmética puede distorsionar la autoimagen de las niñas y adolescentes. “Primero, al exponerlas constantemente a imágenes de perfección estética inalcanzable o ideales de belleza inadecuados, pueden desarrollar expectativas irreales sobre su apariencia. Esto puede llevar a una insatisfacción crónica con su imagen corporal, comparaciones constantes y un sentido de inferioridad”, advierte la directora de Salud en Mente.
“Además, el énfasis en la apariencia exterior puede desviar la atención de otros aspectos importantes del desarrollo personal, como las habilidades sociales, académicas y emocionales”. El problema es la dificultad de escapar del flujo constante de imágenes por cómo están diseñadas las redes, “pues se bombardea con contenido similar a un público específico una vez se configura el algoritmo”.
¿Cómo podemos trabajar la autoaceptación, la autoconfianza y la autoestima de las afectadas por este fenómeno?
Cuando una niña o una adolescente ya hace tiempo que sucumbió a esa búsqueda inalcanzable de perfección estética, es fundamental trabajar con ella para que mejore aspectos tan importantes como la autoaceptación, la autoconfianza y la autoestima. Pero, ¿cómo? Conchita Sisí nos da una serie de pautas básicas para ayudarlas a fortalecer esos pilares esenciales para el correcto desarrollo de su bienestar emocional y, en consecuencia, de su salud mental:
Educación crítica en medios: “enseñar a las jóvenes a analizar y cuestionar los mensajes que reciben de los medios y la publicidad”. Aunque pueda parecer innecesario, “esto incluye discutir cómo se editan las imágenes” para que sean conscientes de la irrealidad de muchos estándares de belleza.
Enfoque en la diversidad y la inclusión: “promover una visión amplia de la belleza que incluya diferentes tipos de cuerpos, colores de piel y estilos personales”. Esto puede servir de gran ayuda a muchas menores a valorar sus particularidades, pero también las de los demás. En este punto, la psicóloga recomienda aprovechar el movimiento “Body positive”.
Fomento de intereses, hábitos y conductas que no estén relacionadas con la apariencia: “es fundamental reforzar sus cualidades que vayan más allá de lo físico, pero, además, animarles a desarrollar hobbies, deportes, habilidades académicas y otras actividades que fortalezcan su sentido de logro y valor personal más allá de su apariencia física”.
Intervenciones psicológicas: en casos donde la distorsión de la autoimagen sea significativa y se detecte un riesgo de poder desarrollar un trastorno, es recomendable considerar buscar ayuda de un profesional que pueda brindarle terapias como la cognitivo-conductual “para ayudar a las jóvenes a reconstruir una autoimagen sana y reorientar el autoconcepto”.