REDACCIÓN. – Aunque parezca la manera más rápida y práctica de lavar los elementos de la cocina, colocar el detergente directamente sobre la esponja puede traer más complicaciones que beneficios. Aplicar el detergente directamente en la esponja puede deteriorar sus fibras y generar acumulación de jabón en exceso.
Es preferible dosificar el detergente en el fregadero o en la palma de la mano para reducir el desgaste de la esponja y facilitar su limpieza.
A continuación, detallamos los motivos principales por los que esta práctica no es recomendable:
Al aplicar el detergente sobre la esponja, es muy fácil excederse en la cantidad utilizada. Esto genera un desperdicio innecesario de jabón y hace que el enjuague de los platos sea más complicado. Los restos de detergente pueden quedarse adheridos a la superficie de la vajilla, afectando su sabor y seguridad al utilizarse nuevamente. Además, este uso excesivo del producto puede incrementar los costos y el impacto ambiental al utilizar más detergente del necesario.
La esponja es una herramienta diseñada para absorber y distribuir la espuma, pero al concentrar el detergente en un solo punto, sus fibras se deterioran más rápidamente. Esto disminuye la vida útil de la esponja, haciéndola menos efectiva para limpiar y obligando a reemplazarla con mayor frecuencia. La acumulación de detergente concentrado puede dañar las fibras de la esponja, haciéndola menos efectiva para limpiar y, a su vez, generando más residuos plásticos al tener que desecharlas antes de tiempo.
El ambiente húmedo y lleno de detergente que se genera en la esponja al aplicar el jabón directamente es un caldo de cultivo perfecto para las bacterias. La humedad prolongada, combinada con los restos de comida y detergente, permite que estos microorganismos crezcan rápidamente. Esto no solo representa un problema de higiene al lavar la vajilla, sino que puede poner en riesgo la salud de las personas que utilizan esos utensilios. Por lo tanto, un manejo incorrecto de la esponja puede contribuir a la contaminación cruzada en la cocina.
Para que nuestros platos se laven de una manera eficiente y segura, es recomendable seguir estos pasos:
Mojar la esponja: humedecer la esponja con agua tibia antes de aplicar el detergente.
Dosificar el detergente: derramar una pequeña cantidad de detergente en la palma de la mano o directamente en la pileta de la cocina.
Formar espuma: frotar suavemente la esponja con el detergente hasta formar una ligera espuma.
Lavar los platos: utilizar la esponja con la espuma para lavar los platos, prestando especial atención a las zonas más sucias.
Enjuagar abundantemente: quitar el jabón de los platos con agua caliente para eliminar todos los restos.
En el último tiempo, se viralizó un truco que ha captado la atención de las personas con una propuesta revolucionaria acerca de la forma en la que se lavan los platos. Se trata de una técnica ingeniosa para enfrentar el lavado de una gran cantidad de vajilla, de cubiertos y de ollas con una mínima proporción de detergente: en lugar de aplicar el detergente directamente sobre la esponja o en la pileta, se usa una cubetera de hielo para preparar pequeñas porciones congeladas de detergente. El proceso se divide en unos simples pasos:
Llenar la cubetera con detergente: derramar el detergente puro o mezclado con un poco de agua en los compartimentos de la cubetera.
Congelar el detergente: colocar la cubetera en el freezer y dejar que el detergente se congele por completo. Esto creará pequeños cubitos sólidos de jabón.
Usar los cubitos al lavar los platos: antes de comenzar a lavar, tomar un cubito de detergente congelado y colocarlo dentro de la esponja, abriéndola ligeramente por el medio. Cuando la esponja se moje con agua caliente, el cubito se derretirá gradualmente, liberando la cantidad justa de espuma necesaria para limpiar la vajilla.
Cómo cuidar la esponja de la cocina
La esponja de la cocina es una herramienta esencial para mantener los platos y utensilios limpios, pero también puede convertirse en un foco de bacterias y malos olores si no se cuida adecuadamente. Prolongar su vida útil y mantenerla higiénica es posible si se siguen algunos consejos básicos.
Escurrirla bien después de cada uso
Después de lavar los platos, es importante enjuagar y escurrir bien la esponja para eliminar restos de jabón y alimentos. La acumulación de humedad es una de las principales causas de la proliferación de bacterias, por lo que es fundamental dejarla lo más seca posible. Se recomienda presionarla varias veces hasta que deje de soltar agua y colocarla en un lugar seco, preferiblemente un porta-esponjas que permita el flujo de aire.
2. Desinfectarla con frecuencia
La desinfección regular es clave para mantener la esponja libre de bacterias. Hay varios métodos efectivos para hacerlo:
Hervir la esponja: sumergir en agua hirviendo durante unos 5 minutos. Esto elimina la mayoría de bacterias y gérmenes.
Usar el microondas: humedecer la esponja y colocarla en el microondas de 1 a 2 minutos a alta potencia. Asegurarse de que esté mojada para evitar que se queme.
Sumergirla en una solución desinfectante: mezclar una parte de vinagre blanco con cuatro partes de agua y dejar la esponja en remojo de 5 a 10 minutos. Luego, enjuagarla bien.
Por mucho cuidado que se tenga, la esponja de cocina tiene una vida útil limitada. Es recomendable reemplazarla cada 1-2 semanas, especialmente si se usa con frecuencia. Además, se pueden utilizar diferentes esponjas para distintas tareas (una para platos y otra para superficies, por ejemplo) y así reducir el desgaste y contaminación cruzada.
4. Secarla al sol
El sol es un gran aliado para mantener la esponja limpia y seca. Cuando sea posible, colócala en un lugar soleado para que se seque rápidamente y se reduzcan los niveles de humedad, que son el ambiente ideal para el crecimiento de bacterias. La luz solar ayuda a desinfectar de manera natural y prolonga la vida de la esponja.
5. Evitar el uso de detergente directo en la esponja
Como ya se mencionó anteriormente, aplicar el detergente directamente en la esponja puede deteriorar sus fibras y generar acumulación de jabón en exceso. Es preferible dosificar el detergente en el fregadero o en la palma de la mano para reducir el desgaste de la esponja y facilitar su limpieza.