Santo Domingo.- En los últimos días, los titulares internacionales han estado marcados por intercambios de misiles entre Irán e Israel, despertando preocupación mundial. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estos dos países se atacan directamente por primera vez en años?
Esta vez no es una amenaza lejana ni un conflicto silencioso entre actores secundarios. Esta vez, Irán e Israel se están enfrentando directamente, lanzándose misiles, drones y advertencias que suenan a punto de no retorno.
Pero, ¿cómo se llegó hasta aquí? ¿Qué lleva a dos países a vivir bajo la constante sombra del ataque? ¿Qué hay detrás del odio, de las cifras y los titulares?
El conflicto entre Irán e Israel no es nuevo, pero sí ha cambiado de forma y gravedad con los años. Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán adoptó una postura política y religiosa que lo ha enfrentado constantemente con Occidente y, especialmente, con Israel.
Irán no reconoce a Israel como un Estado legítimo y ha jurado su desaparición. Israel, por su parte, ve a Irán como la mayor amenaza a su existencia, tanto por sus declaraciones como por su capacidad militar y su programa nuclear.
Esta enemistad ha sido alimentada por décadas de desconfianza, guerras indirectas, sanciones internacionales y alianzas peligrosas. No es solo un conflicto de gobiernos: es un pulso geopolítico donde ambos se ven como enemigos existenciales.
Durante años, Irán e Israel se atacaron sin mirarse directamente. En lugar de un enfrentamiento frontal, han usado a terceros.
Irán financia y respalda militarmente a grupos armados como Hamás en Gaza y Hezbolá en Líbano. Estos grupos han lanzado ataques contra Israel, y la respuesta ha sido igual de dura: bombardeos, asesinatos selectivos, operaciones encubiertas.
Así se mantuvo una guerra a la sombra, sin cruzar una línea directa… hasta ahora.
En octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque sin precedentes contra Israel, dejando miles de muertos. Israel respondió con una ofensiva militar masiva en la Franja de Gaza, causando también una crisis humanitaria profunda.
Este fue el punto de quiebre.
Irán, como principal aliado de Hamás, comenzó a elevar su discurso y acciones. En abril de 2024, lanzó directamente misiles y drones contra Israel. Israel respondió con ataques en suelo iraní. Lo que por décadas fue una guerra indirecta, se convirtió en enfrentamiento abierto.
Cuando se habla de altercado entre Irán e Israel, no se habla solo de un conflicto bilateral. Se habla de:
Además, este tipo de conflictos sacuden la economía global: suben los precios del petróleo, bajan los mercados, se complican las rutas comerciales, y crecen los discursos extremistas.
Y lo más grave: otros países podrían verse arrastrados si esto se sale de control. Una guerra directa en Medio Oriente siempre tiene el potencial de encender una chispa mundial.
Hoy más que nunca, la pregunta no es quién tiene la razón, sino cómo detener un conflicto que solo deja muerte, miedo y destrucción.
Los líderes mundiales llaman al diálogo, pero la realidad sobre el terreno es otra: misiles lanzados, civiles muertos, y dos pueblos cada vez más hundidos en el rencor.
Entender este conflicto no significa justificarlo, pero sí reconocer que detrás de cada ataque hay vidas humanas: familias, jóvenes, ancianos que solo quieren vivir en paz.
Este no es solo un problema entre Irán e Israel. Es una muestra de cómo el odio, cuando no se enfrenta con diálogo, se convierte en tragedia.
Y en un mundo tan conectado como el nuestro, ninguna guerra está lejos. La paz, aunque parezca lejana, siempre será el único camino posible si se quiere preservar algo más que territorios: la humanidad misma.
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