Por Venezuela

Venezuela la llevamos muchos dominicanos colgada del alma porque, igual que Puerto Rico y Cuba, son vecinos afines culturalmente; muchísimas familias nuestras preservan lazos y vínculos allá, pese a pasajeras circunstancias políticas, imposiblemente eternas. En Caracas vivieron brevemente mi abuela, mi madrina y tíos y nació un primo. 

Venezuela la llevamos muchos dominicanos colgada del alma porque, igual que Puerto Rico y Cuba, son vecinos afines culturalmente; muchísimas familias nuestras preservan lazos y vínculos allá, pese a pasajeras circunstancias políticas, imposiblemente eternas. En Caracas vivieron brevemente mi abuela, mi madrina y tíos y nació un primo.

A propósito del drama actual, recordé que Rómulo Betancourt, al morirse en 1935 Juan Vicente Gómez plácidamente en su cama, dijo: “Cayó el monstruo, ahora hablará Venezuela”. Y Valenilla Lanz, autor de “Cesarismo Democrático”, citado por Balaguer en sus memorias, dijo: “¡murió el loquero!”, pues tan locos están quienes aguantan o defienden algo como Maduro como los orates del manicomio. En una visita a Santo Domingo, Betancourt conoció (parece que demasiado) a una buenamoza apodada “La Españolita”, cuya aventura enloqueció luego al marido de esta, Trujillo, motivando en parte el atentado de 1960 que casi mata al presidente Betancourt.

Cuando dos países comparten tantas conexiones, amores y desamores, negocios y compromisos, puede doler hacer lo correcto. Pero nuestro hermano es Venezuela, no Maduro.