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Preguntas claves sin respuestas

Este joven estadounidense, a medida que pasan los días, agrega detalles a su narrativa que no dio en versiones iniciales, lo que levanta suspicacia sobre la veracidad de su testimonio.

Preguntas claves sin respuestas

Más de una semana después de la desaparición de la estudiante Sudiksha Konanki, su paradero sigue incierto, a pesar de la intensa búsqueda desplegada por aire, mar y tierra, mientras que la clave para descifrar el caso la tiene el joven que fue el última en verla.

La búsqueda no puede avanzar en la localización mientras que Joshua Steven Riibe no diga todo lo que aconteció esa noche, haya sido un accidente o no, y mientras no responda a todas la preguntas y las contradicciones en sus declaraciones.

Este joven estadounidense, a medida que pasan los días, agrega detalles a su narrativa que no dio en versiones iniciales, lo que levanta suspicacia sobre la veracidad de su testimonio.

Además, el hecho de que no respondiera preguntas claves,  como si informó a las autoridades o al hotel lo que había sucedido en la playa o si le había comentado a su amigo lo ocurrido, echan leña al fuego, porque parecería que oculta lo que realmente aconteció.

El solo hecho de que el Hotel dijera que no tuvo conocimiento de la desaparición de la Konanki hasta las cuatro de la tarde del jueves, levanta todo tipo de conjeturas sobre Riibe y su sensibilidad humana ante una persona, no un perro, que estuvo con él en la playa y supuestamente se desapareció antes sus ojos al él voltearse a vomitar. 

La lógica indica que después de una experiencia supuestamente tan traumática, cualquier persona indagaría inmediatamente sobre el paradero de su acompañante y buscaría ayuda. Pero no fue el caso y tiene la cachaza de declarar que fue el amigo quien le pregunto por ella.

Hasta este miércoles, según el acta de entrevista del Ministerio Público, este joven de 22 años, era tratado como un simple testigo de la desaparición, sin embargo queda claro que después de sus declaraciones y evasivas, el caso adquiere otro carácter que debe resolverse lo antes posible.

El daño reputacional a la República Dominicana es inmenso por el despliegue de la investigación, con las vertientes muy particulares de que el FBI y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional de Estados Unidos se incorporaron a los pocos días.

El país está vilo junto a una familia desconsolada por su hija desaparecida.

Las autoridades deben actuar con firmeza y bajo el imperio de las leyes dominicanas, sin temor alguno a presiones internacionales porque si en lugar de un joven estadounidense, el sospechoso del caso hubiera sido un hijo de machepa, otro fuera el panorama en este momento y probablemente ya sabríamos qué le ocurrió Konanki.