Prevención hacia la violencia infantil

Es fundamental transmitir que la comunicación y el diálogo es la vía para solventar discrepancias y no la agresividad o el insulto. Ser amables, tolerantes y respetuosos con los demás no debe ser la excepción, sino la regla.

SANTO DOMINGO.- En el Anillo Familiar de este lunes estaremos conversando sobre la prevención hacia la violencia infantil, a propósito de que este mes conmemoramos esta causa.

Tan importante cómo detectar el maltrato infantil es la prevención del abuso y malos tratos en la infancia. Entre las claves para favorecer que los niños tengan unas relaciones óptimas con los demás está inculcar adecuados modelos de referencia y una educación desde la más temprana infancia en el entorno familiar, social y escolar.

Es importante comenzar a fomentar en los niños valores éticos y morales, siendo capaces de establecer unas adecuadas normas de convivencia.Hemos de ser conscientes a la hora de hablar y tratar a los niños que son personas especialmente vulnerables, frágiles y en ocasiones, son considerados como figuras inanimadas que pertenecen a uno de los progenitores.

El ser humano tiene que aprender y ser capaz de controlar la ira y la agresividad de forma adaptativa y adecuada. El control de las emociones es fundamental. No hay que olvidar, la importancia de desarrollar  en los niños la capacidad de empatía para ser capaz de ponerse en el lugar del otro y  comprender que nuestra conducta o actitud puede provocar sufrimiento en el otro.

Los adultos somos un modelo a seguir para los menores. Un entorno donde impera la violencia psíquica o física va a favorecer que nuestros niños aprendan esos modelos de conducta y puedan repetirlos.

Tenemos que facilitar a los niños:Bienestar físico, afectivo, emocional, educativo y social .Velar por sus derechos e intereses.Capacidad de escucha, facilitarles la oportunidad de expresarse y que se sientan comprendidos y arropados emocionalmente.Permanecer atentos a sus necesidades y demandas físicas y afectivas.

Nuestra sociedad, en general y cada uno de nosotros, en particular debemos proteger y proporcionar a nuestros niños un entorno seguro, afectivo, adaptativo y estructurado. Así, garantizaremos un adecuado desarrollo psicoevolutivo del niño y una infancia feliz.

Muchos padres no tienen la conciencia del daño que están provocando en sus hijos cuando usan algunas actitudes equivocadas y erróneas con los hijos. Aquí tienes algunos ejemplos muy comunes de violencia psicológica de los padres hacia los hijos:

Cuando alguien humilla a un niño delante de otros (o en privado), daña profundamente su autoestima de tal forma, que el niño se siente realmente que no vale nada. Mediante la crítica, los insultos, las falsas acusaciones, los comentarios despectivos, los niños sufren una violencia muchas veces sin percibir o identificar, pero lo que hacen es aniquilar la autoestima de los pequeños. Lo que debe hacer los padres: El lavado de cerebro no es exclusivo de grupos políticos. Se puede dar entre los niños en su propia casa. Se da en los casos en los que los propios padres del niño (o puede ser otro adulto) pone en duda la salud psicológica del pequeño. Son los adultos los que piensan que el niño tiene un problema mental o de comportamiento, aunque no sea cierto, y le tratan como tal.

Lo que consiguen en este caso es generar confusión y ansiedad en el niño. Padres, por ejemplo, que piensan que su hijo es hiperactivo cuando no lo es, y le tratan como tal, cuando su hijo solo es nervioso. Consiguen que él mismo termine creyendo que tiene ese problema.

Los padres alcanzan la fase más extrema de la sobreprotección cuando asumen control absoluto del hijo, es decir, escogen qué puede y no hacer su hijo en todo momento. Cuando puede ver a sus amigos y cuando no puede verles, cuando puede ver a sus familiares o no. De esta forma, el niño depende en exclusiva de sus padres. Con esto, los padres evitan la autonomía y libertad del niño, creando para él un mundo paralelo al de la realidad.

 

Estos son sin duda casos extremos de violencia psicológica, pero existen muchos otros. Los gritos, así como una simple mirada, algunas palabras, gestos, impulsos… pueden dejar una herida profunda en los niños.