Raquel Arbaje, intermitente simpática tuitera, me encanta por su espontaneidad. Pero su función como primera dama exige mayor cuidado trinando. Al comentar que el director de la Policía fue sustituido por otro general, doña Raquel dijo esperar “ley, orden y macana”, un triste equívoco cuando uno de los yerros mayores de la Policía es andar macaneando demasiado.
Luego, en su entretenido debate por Twitter, aclaró que se refería a macana dentro de la propia Policía. (Al nuevo jefe, clanes bajeados hoy en desgracia lo macanearon). Un ciudadano legítimamente expresó sorpresa y desacuerdo con lo de más macanazos; ella le trinó: “Wow ¡cuánto odio! Y eso que ni me conoce. Pero que tenga un feliz día y que le paguen bien por sus comentarios”.
Esta argucia de que todo quien piensa distinto o critique lo hace porque “le pagan”, permea el debate público como macanazo descalificador que empobrece el debate. La primera dama también expresó: “Bienvenida toda recomendación”. Respetuosamente, la mía es que discuta y macanee menos, porque hasta la belleza cansa.