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Producir para exportar más

Otros países lo han conseguido, inclusive con menos potencial que el nuestro.  Debemos aprovechar su experiencia.  Y pensar que si ellos lo han logrado, nosotros no tenemos por que ser menos.

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Durante el pasado año 2018, el intercambio comercial con los Estados Unidos, que sigue siendo con mucho nuestro principal socio comercial y abastecedor, alcanzó la cifra de algo más de 13 mil 892 millones de dólares.

De esa cantidad, el 37.55 por ciento, equivalente a 5 mil 217 millones 170 mil dólares correspondió a nuestras exportaciones, en tanto importamos el 62.45 restante por valor de 8 mil 675 millones 110 mil dólares.  El déficit comercial en contra del país fue de 3 mil 458 millones en números redondos, o sea la diferencia entre lo que le compramos y le vendimos.

Es la misma tendencia mantenida a través de los años desde que suscribimos el DR-CAFTA, o sea el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica y los Estados Unidos, que hasta ese entonces, en el caso de este último, había mantenido una balanza equilibrada, en algunos años ligeramente inclinada a favor nuestro.

En esta ocasión, según los datos suministrados por la Dirección General de Aduanas, nuestras exportaciones a Estados Unidos arrojaron un incremento de un 10.63 por ciento en las exportaciones y un 8.69 en las importaciones.  El resultado neto fue que redujimos el déficit en casi  un 2 por ciento.

Si bien es un hecho positivo lo cierto es que nuestras exportaciones continúan creciendo a un ritmo extraordinariamente lento.  Y que en prácticamente casi todos los intercambios comerciales, llevamos las de perder. Con China Continental que se ha convertido en nuestro segundo socio comercial, la proporción del déficit es la peor.  Por cada 13 dólares que le compramos apenas le vendemos uno.

Hasta ahora la balanza comercial más positiva la registramos con nuestro vecino Haití.  Nuestras ventas superan con mucho a lo que le compramos.  Sin embargo, se trata de un mercado en extremo inestable y conflictivo donde a menudo ponen trabas a nuestras exportaciones y que además resulta afectado  debido a su crónica situación de inestabilidad política.

La economía dominicana tiene que volcarse hacia los mercados del exterior.  Tenemos que producir para exportar.  Y tenemos que hacerlo dentro de un patrón de calidad, cumplimiento y precios competitivos.   No podemos seguir acumulando déficits comerciales que crecen  año tras año,  ni resignarnos a una balanza negativa en el intercambio con la mayoría de los países con los que mantenemos relaciones comerciales.

Hasta ahora el grueso de nuestro comercio de exportación se basa en las zonas francas y en la extracción de minerales, principalmente el oro, que tienen plazos de vida y no son recursos renovables. Tenemos, por consiguiente, que diversificar nuestras exportaciones.

El gobierno y los sectores productivos con vocación y potencial de exportación tendrán que elaborar estrategias de acercamiento y penetración de mucha mayor amplitud  en los mercados exteriores.   El primero otorgar las facilidades e incentivos requeridos, y los segundos poner el mayor afán para mejorar al máximo sus niveles de competencia.

Otros países lo han conseguido, inclusive con menos potencial que el nuestro.  Debemos aprovechar su experiencia.  Y pensar que si ellos lo han logrado, nosotros no tenemos por que ser menos.

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