El modelo policial colombiano “Made in USA”, construido con fuerte protagonismo de la CIA, el Mossad, USAID y el FBI, es un producto de exportación con auspicio de la Casa Blanca.
El mercado escogido es latino-caribeño, privilegiando los terrenos fértiles de las neo-colonias caribeñas y centroamericanas.
Sí, el Estado Narco-Terrorista Colombiano no solo exporta mercenarios-sicarios para matar presidentes, secuestrar enemigos, hacer terrorismo.
No solo exporta unidades paramilitares, capitales sucios, asesores y entrenadores en trabajos perversos.
Exporta además mercancías de más alto vuelo y mayor permanencia.
Exporta su modelo policial y ayuda a estructurar y a implantarlo.
Ahora le tocó el turno a nuestra República Dominicana con el beneplácito del Presidente Luis Abinader y de la oligarquía capitalista implantada en nuestro territorio, como ha pasado con los presidentes y empresarios santanderistas de Colombia.
Ese modelo policial, en su casa matriz intervenida por EEUU y el Estado sionista de Israel, cohabita y ejerce complicidades con 10 bases militares norteamericana, numerosas bandas para-policiales y paramilitares, contingentes militares y policiales expertos en “falsos positivos”, masacres, moto-sierras, enterramientos de sus víctimas en fosas comunes, prácticas de futbol con cabezas humanas, ametrallamientos de manifestaciones, asesinatos selectivos de ex guerrilleros, líderes y activistas sociales , y escoltas de narco empresas y narco políticos.
El mismo exhibe, como “gran virtud”, tecnologías de punta y sistemas policiales de última generación (propios de la postmodernidad digital importadas de EE.UU e Israel) como recurso para desplegar sus funciones y propósitos con más eficiencia y mejores coberturas; las cuales sirven también para reducir los abusos innecesarios y la corrupción menuda y descontrolada en las bases y sectores medios de la institución, protegiendo siempre la de sus elites.
La propuesta de cambio en la vieja y putrefacta institución policial dominicana es anunciada como “transformación” o “reforma” policial progresista, sin ser nada parecido; sino más bien una remodelación y modernización fascistoide de ese cuerpo desprestigiado y en descomposición, con una direccionalidad que apunta sobre todo contra la rebeldía social y política, y reduce la acción anti-delincuencia a los delitos cometidos por sectores de base e intermedios de la pirámide social.
Además del modelo colombiano, que ya tiene raíces sembradas por asesores y entrenadores procedentes de ese “Israel de América”, que incluye proyectos paramilitares y parapoliciales para descargar culpas, los modelos que la cúpula gobernante dominicana privilegia, Presidente y Ministro del ramo incluidos, son la Guardia Civil de España, los Carabineros de Chile, la Policía de Honduras y la Policía de New York; esta última moldeada por asesores de Rudolf Giulliani, ex Alcalde de esa Mega-Ciudad, y a la vez asesor de Trump y del Presidente dominicano.
Esa mezcla -montada sobre una cultura despótica trujillista-balaguerista, patriarcal y racista anti-haitiana- más que suma de la tradición fascista (española y chilena) y de prácticas policiales articuladas a Estados narco-terroristas (hondureño y colombiano), converge hacia un nuevo engendro espoleado por la agresiva decadencia imperial; engendro muy armónico a los nefastos planes contrainsurgentes de EE.UU en la región.
Esta amenaza no se reduce a los desmedidos elogios presidenciales a esas policías y a sus asesores extranjeros, ya radicados en el país, todos en estrecha relación de “trabajo” con la estación de la USAID, sino además a decisiones y designaciones que responden a ese proyecto; destacándose, entre otras medidas, el nombramiento de un nuevo jefe policial de la “línea dura”, con una trayectoria de espanto y un perfil neo-fascista.
Esos pasos ominosos -precipitados por crímenes policiales aberrantes y niveles de inseguridad ciudadana angustiantes- expresiones de una descomposición y un descontrol que hay que contener para que la represión sirva mejor al sistema de dominación, son “justificados” argumentando la necesidad de enfrentar la delincuencia común desde un Estado Delincuente que reproduce a otros niveles la degradación ética-moral.
La apelación al Modelo Colombiano y al referente policial chileno se hace sin el menor rubor, más bien con descaro, a pesar de las recientes y crueles represiones de manifestantes indefensos, con balances de centenares de muertos y heridos, y abundantes apresamientos ilegales en ambos países.
Las matanzas, genocidios y crímenes diversos, no conmueven a gobernantes prestos a chuparles las medias al Tío Sam y a hacer alianzas con sus patrocinadores. Su singular y retorcida concepción de la democracia le ha extirpado la vergüenza
21-10-2021 // Santo Domingo, RD