REDACCIÓN.- Un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles, sugiere que las mujeres deberían centrarse en mantener o aumentar la masa muscular en vez de perder grasa.
Para ello, los investigadores analizaron datos de composición corporal de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) Trusted Source 1999-2004 y datos de mortalidad por ECV de NHANES 1999-2014. En este sentido, los datos provienen de un total de 5.627 mujeres y 5.836 hombres, todos mayores de 20 años.
Según los datos, los investigadores dividieron a los participantes del estudio en cuatro grupos:
· Baja masa muscular y baja grasa corporal.
· Baja masa muscular y alta grasa corporal.
· Alta masa muscular y baja grasa corporal.
· Alta masa muscular y alta grasa corporal.
En ambos sexos, los datos brutos mostraron que los niveles más altos de grasa se asociaron con una mayor mortalidad por enfermedad cerebrovascular
(ECV), independientemente de la masa muscular.
Sin embargo, después de tener en cuenta otros factores, que se sabe que afectan la mortalidad por ECV, la relación entre la grasa corporal y el riesgo de morir por ECV cambió por completo en las mujeres.
Después de realizar estos ajustes, los investigadores encontraron que las mujeres con alta grasa corporal y alta masa muscular tenían un 42% menos de riesgo de morir por ECV en comparación con las mujeres que tenían baja masa muscular y baja grasa corporal.
Por el contrario, los hombres con masa muscular alta y grasa corporal alta, tenían un 26% menos de riesgo de morir por ECV en comparación con los hombres con medidas bajas, mientras que aquellos con masa muscular alta y graba corporal baja, tenían un riesgo 60% menor.
En este sentido, los investigadores creen que su estudio respalda la necesidad de un cambio en el enfoque de los consejos que los profesionales de la salud brindan a las mujeres. Este cambio es hacia el aumento de la masa muscular a través del ejercicio físico y se aleja de la pérdida de peso.
No obstante, hay que enfatizar que el aparente efecto protector de la grasa en las mujeres, solo surgió después ser ajustado por otros factores de riesgo de ECV. Entre estos factores de riesgo se encuentran los niveles de colesterol, presión arterial alta, diabetes y prediabetes y terapia de reemplazo hormonal.
Existe una interacción muy compleja entre la grasa corporal y estos otros factores de riesgo. Por ejemplo, el exceso de peso corporal aumenta el riesgo de diabetes e hipertensión, lo que, a su vez, aumenta el riesgo de ECV.
No obstante, los autores señalan varias formas plausibles en las que la grasa podría brindar cierta protección a las mujeres. Por ejemplo, destacan una investigación que sugiere que la grasa en los muslos y las nalgas tiene un efecto protector sobre el metabolismo que compensa el daño de la grasa abdominal.
También señalan que, en las mujeres premenopáusicas, el cuerpo almacena, aproximadamente, el 50% de su grasa justo debajo de la piel en los muslos y en las nalgas, mientras que, en los hombres, el cuerpo almacena el 98% de la grasa total más profundamente en la parte superior del cuerpo.
Sin embargo, durante y después de la menopausia en las mujeres, el tejido graso comienza a acumularse en el abdomen, donde se asocia con un mayor riesgo de ECV.
Los autores del estudio también señalan que, en individuos de la misma edad y peso, el cuerpo femenino tiende a acumular grasa al multiplicar la cantidad de células grasas, mientras que el cuerpo masculino, normalmente, produce células grasas más grandes.
Las células grasas grandes (“hipertrofiadas”) están asociadas con consecuencias metabólicas negativas.
Asimismo, los investigadores también reconocen algunas limitaciones del estudio. En primer lugar, el diseño del estudio no les permitió probar las relaciones de causa y efecto entre la masa muscular o la masa grasa y la mortalidad por ECV, solo asociaciones.
Además, indicaron que la técnica que utilizaron para medir la composición corporal de los voluntarios, llamada “absorciometría de rayos X de energía dual” o DXA, puede sobreestimular la masa muscular en personas mayores y personas que lleva una vida sedentaria.