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¿QUÉ DEMOSTRÓ LA MARCHA DEL MILLÓN?

La condena que las instituciones bajo su control impiden, se la dio el pueblo en las calles y se la seguirá dando ejemplarmente.

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Primero: lo acertado de convocarla, pese a quienes nos confiaban en la posibilidad de su éxito.

Luego: el éxito resultó rotundo, incluso espectacular.

Y fue tan rotundo, porque el llamado a convocar algo superior a todo lo anterior, recuperó y amplió la subjetividad popular e incorporó en un grado más alto al pueblo-pueblo, al pueblo de a pie; sin restar capas medias y sectores honestos adinerados; y porque atrajo a su seno y motivó un gran activismo de un número mayor de militancias partidistas, sin ponerse MV en brazos de los partidos del sistema y sus cúpulas desgastadas.

Méritos especiales para Andrés L. Mateo que planteó audazmente esa idea y que con su llamamiento inicial desató energías positivas latentes.

Méritos colectivos para quienes abrazamos con pasión y contra viento y marea esa atinada sugerencia, y para MV que asumió con firmeza el desafío.

Con ese exitazo, el poder de convocatoria multitudinaria sigue a cargo de Marcha Verde-MV, sin una pisca de clientelismo y sin lugar a dudas.

El sistema de partido ha perdido dramáticamente ese rol… hasta el punto que jamás ninguno de ellos (ni oficialistas ni “opositores”), ni siquiera con su gran poder clientelar y sus millones usurpados, ha podido convocar una movilización mínimamente significativa. Están obligados o oponerse desde el gobierno a Marcha Verde y sus convocatorias; o a respaldarlas desde la oposición, sumergiéndose en ellas, sin poder exhibir sus identidades, banderas, planteos electorales y pre-candidaturas.

El pueblo verde, movilizado más allá del millón -y con millones de razones justas- lo hizo ahora en una escala superior a todas las anteriores y con un profundo sentido de condena al poder constituido, al sistema de corrupción, a la obstrucción a las acciones de justicia a cargo de la cúpula del PLD, los principales y actuales dirigentes del régimen de impunidad imperante (personificadas en Leonel Fernández y Danilo Medina-Gobierno y comparsas”, a congresistas, empresarios, militares, funcionarios, ex-presidentes, jueces, procuradores fiscales y políticos mafiosos.

La condena que las instituciones bajo su control impiden, se la dio el pueblo en las calles y se la seguirá dando ejemplarmente.

El poder de calle, la democracia de calle, se evidenció como recurso imprescindible para inhabilitar el corrompido y tramposo poder constituido y sus intentos de perpetuarse por diferentes vías y mediante alianzas entre partidos del sistema corrompido y corruptor, el empresariado mafioso y la Administración TRUMP; unas actualmente en el gobierno, otras aspirando a él para hacer más de lo mismo, con o sin maquillajes.

Hacer una movilización tan colosal frente a un poder tan perverso y con tanto recursos, indica que el pueblo en lucha puede llegar mucho más lejos: su fuerza soberana, más potenciadas y empleando métodos más eficaces como la desobediencia civil y las paralizaciones bien ordenadas y disciplinadas -sin radicalismos estériles- bien podría alcanzar la fuerza necesaria para inhabilitar al Presidente de turno, destituirlo junto a su gobierno mafiosa, quebrar y desmontar este orden institucional podrido, y abrirle cauces -después de un proceso destituyente ejemplar- a un proceso constituyente, a una democracia, una institucionalidad y unas elecciones no secuestradas por fuerzas mafiosas.

· ¿QUE HACER EN LO ADELANTE?

Está claro que se inicia un nuevo periodo en el que Marcha Verde y los movimientos sociales y políticos-sociales en lucha, que concurren en ella con sus propios roles y reclamos, están en el centro de la controversia entre la permanencia de este sistema de corrupción e impunidad, sus estructuras, su sub-cultura perversa… y la necesidad de su desmonte de raíz; mostrando una potencialidad alternativa todavía por ser asumida colectiva e unitariamente en lo adelante, como debe ser.

Avanzar en esa dirección es algo clave y para ello Marcha Verde debe cuidarse de contribuir, ya sea auspiciando o respaldando pactos electorales degradantes con los partidos tradicionales (responsables de lo acontecido en los últimos 50 años e insertados dentro de la dinámica de la política como negocio, la asunción de sus corruptos preferidos y el tratamiento a la ciudadanía como clientela manipulable); o ya como simple movimiento de presión sobre partidos y el Estado (tipo 4 % para la educación), dejándole a esto el poder de decisión.

Esto exige abordar lo electoral de manera no tradicional, esto es, ponerlo a depender de los cambios estructurales; captando lo ya evidente para no contribuir a rehabilitar la supremacía de esas fuerzas políticas maleadas y decadentes, dado que cualquier participación eficaz en comicios debería ser contemplada luego de superar los actuales mecanismos electorales viciados (JCE, TSE y Atas Cortes) y de ser conquistadas garantías básicas para un sufragio realmente democrático.

Igual en cuanto al tema de una JUSTICIA INDEPENDIENTE Y HONESTA: entender que ella es imposible de lograr en el marco de esta Constitución, de este Gobierno, de este Congreso, de esta dictadura morada; porque está comprobado que toda demanda en esa dirección es bloqueada desde arriba, al tratarse de un Ministerio Publico y un Poder Judicial controlado y manipulado por ella y sus detentadores.

De ahí la trascendencia de definir y aprobar, en este nuevo periodo -y lo antes posible-, en intercambios, reflexiones, contactos, asambleas y encuentros con diversos sectores, tanto el PROGRAMA DEL FIN DE LA IMPUNIDAD como la nueva línea de acción que conjuntamente asumiremos junto a las organizaciones sociales proclives a firmar el COMPROMISO CIUDADANO propuesto enfáticamente en la reciente PROCLAMA DE LA MARCHA DEL MILLÓN.

La clave está en que como PUEBLO UNIDO Y DE PIÉ, siempre en las calles, asumiendo los nuevos desafíos, elevemos progresivamente los contenidos y la fuerza de este trascendente movimiento verde, creciendo constantemente en cohesión y diversidad transformadora.

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