El régimen que preside Luis Abinader y tutelan los intereses del gran capital transnacional y local, dice asumir el reto de asegurar el agua para consumo humano y para el agro, pero no pega una y sigue obviando las soluciones eficaces, tolerando la depredación y apoyando un plan minero destructivo. En la frontera, la política electoral marcada por la competencia en el terreno del racismo anti-haitiano, lo ha llevado a mal tratar un tema vital y a meterse en un pantano político.
La cuestión del agua es muy grave en una amplia franja fronteriza y en general en las dos naciones que compartimos la isla. Mucho más grave en Haití.
Pero comenzando por las áreas próximas a las fronteras, es importante recapitular lo que me parecen son las opiniones más consistentes de los técnicos dominicanos con especialidades estrechamente relacionadas con el tema.
Esta crisis ha tenido la virtud de destacar un tema crucial y obligar a que se le preste atención. El tema del agua, su escasez en la isla…
Las cuencas de los ríos de Haití, incluido las de una buena parte de los ríos binacionales, están desbastadas.
Las de aquí están muy diezmadas, con disminuciones progresivas de sus caudales.
El agua de los ríos binacionales no alcanza. La demanda en ambos lados sobrepasa con creces lo que ofrecen los disminuidos caudales de los ríos que nacen aquí y cruzan la frontera. En Haití la cosa, reitero, es peor en grado extremo.
En tiempos de sequía, cada vez más drásticas, las situaciones se tornan dramáticas.
El Artibonito conserva un caudal mediano y es el más largo de la isla (321 kilómetros ubicados en Haití y 191 en la República Dominicana). Pero es un río está amenazado por dos megamineras.
En esa situación, ni el Canal del Masacre o Dajabón en territorio haitiano, ni el de La Vigía en el dominicano son soluciones, sirven para contrarrestar el alto nivel de escasez de agua para el consumo agrícola a ambos lados de la frontera.
Ambas iniciativas, por demás muy mal tratadas, son más conflictos que soluciones y, peor aún, cuando se usan para competir y se emprenden unilateralmente en ambos casos, sin ser fruto de un acuerdo confiable para ambas partes.
La solución de fondo es la recuperación de las cuencas de los ríos en esa franja y, mejor, si el plan abarca los ríos de toda la isla. Es mucha la inversión necesaria, pero a la vez se trata de algo no solo prioritario, sino además vital.
· MEDIDAS DE IMPACTO A CORTO, MEDIANO Y LARGO PLAZO.
Ahora bien, mientras a esa recuperación de cuencas se le busca una solución integral, binacional, se pueden ejecutar medidas que mejoren el cuadro crítico y que permitan obtener resultados muy superiores; sin los riegos que implica buscar falsas soluciones como la de esos canales.
En esa dirección es urgente reducir la demanda de agua cambiando cultivos de alto consumo por otros menos demandantes de agua.
Igual hay que reducir el desperdicio de agua aplicando la técnica de presurización en los canales y a la vez evitar la pérdida de grandes volúmenes de agua en las temporadas de lluvias, evitando a la vez los desperdicios y daños de las inundaciones y la saturación de los suelos.
Eso requiere un sistema de pequeñas presas que logren retener el agua de las grandes precipitaciones para ser usada en tiempo de sequía.
El Muro ha creado en la frontera Norte un problema adicional al impedir el uso equitativo del Masacre acordado por las asociaciones de campesinas de ambas partes; y esto exige soluciones que no se han abordado.
De inmediato habría que eliminar las inminentes amenazas que representa la alianza de las mineras UNI GOLD y BARRICK y su plan conjunto de extracción minera que afectaría gravemente el Artibonito y el Masacre. Esto es un millón de veces más grave que las implicaciones negativas del canal haitiano.
Es imprescindible también, que para administrar justamente y en armonía un bien tan escaso y vital, que se acuerde entre las autoridades y los productores de ambas partes un sistema de monitoreo y fiscalización ágil y eficaz.
La mayoría de los étnicos coinciden que la solución de fondo a la crisis de agua exige un plan estratégico de recuperación de las cuencas en ambos países y a eso le agrego la prohibición de la minería donde sea necesario para preservar y recuperar fuentes de agua. Nada de presa de cola.
Todo esto no es un tema de uno de los dos países, es de los dos.
Obliga a superar el clima de confrontación seudo nacionalista, obliga a dialogar, a entenderse, cooperar, llegar a acuerdo… sobre la manera de enfrentar una delicada situación que le compete y afecta a ambas naciones, y la forma de resolver los conflictos que puede generar, garantizando beneficios mut6uos equitativos
Y digo más: requiere un plan binacional sobre recuperación y uso de las fuentes de agua comunes, un tema de vida o muerte para ambos pueblos.
Pero, más allá de las simulaciones y de las poses, la agenda de este Estado privatizado y anexado a EEUU es otra: Definitivamente fatal.