REDACCIÓN CIENCIA.- La mayoría de los adultos empeoran a la hora de reconocer caras y recordar nueva información a partir de los 30 años, aunque esto no se note, ya que los cerebros sanos no comienzan a desacelerarse en forma notoria hasta bien entrados los 60 años.
El paso de la pandemia por la vida de todos no ha dejado una buena experiencia en ese sentido, ya que quienes han padecido primero la infección y luego quedaron afectados por el llamado long COVID o COVID prolongado han manifestado, en su mayoría, lo que se conoce como niebla mental. Es decir, la sensación de confusión y desconcierto, dificultad para concentrarse, lentitud en el procesamiento de los pensamientos y problemas de memoria que muchos expertos, han admitido, se parecen bastante a los síntomas de deterioro cognitivo.
Además, muchas personas han reportado que las alteraciones que significaron para la vida cotidiana las restricciones por la pandemia dejaron ciertas huellas en su memoria. Pero los especialistas descartan que ciertas situaciones como ingresar a una habitación y haber olvidado para que fue allí tenga que ver con el deterioro cognitivo, sino que hay razones neurológicas relacionadas con dos años de encierro o semi-encierro, aburrimiento y estrés que pueden llevar a tener la mente algo nublada.
La pregunta sería qué tipo de falla en la memoria debería preocupar e impulsar a una consulta con un profesional. Por ejemplo: ¿Debo preocuparme si pierdo las llaves y me olvido algunos nombres y el título del libro que estaba leyendo?
La neurocientífica estadounidense y autora de varios best sellers sobre eventos de deterioro cognitivo Lisa Genova afirmó en una charla de TED Ideas que los lapsus de memoria de ese tipo y cotidianos son absolutamente normales, a no ser que estén ocurriendo decenas de veces cada día. Si no es así, es habitual y humano y no implica el inicio temprano de un cuadro de demencia.
“Esta es una de las experiencias más comunes de falla en la recuperación de la memoria”, aseguró Genova y señaló que, si uno desea mejorar su capacidad para recordar nombres, hay muchos trucos útiles que se pueden probar.
También dijo que si uno se olvida dónde dejó el auto. “No recordar dónde estacionó porque no prestó atención es normal y diferente de lo que sucede con el Alzheimer”, afirmó, y lo mismo ocurre con el tema de las llaves u otros objetos pequeños domésticos y, habitualmente, tienen que ver con que se realizan acciones estando distraído, sin pensar realmente en lo que se está haciendo.
Estos tipos comunes de lagunas en la memoria son perfectamente normales y no hay nada de qué preocuparse, dijo Genova. Pero, como contraparte, llamó la atención acerca de los fallos de memoria a los que sí se debe prestar atención, aun cuando no parecen tan graves como sería perderse en un camino habitual de regreso a casa.
La experta dijo que se debe prestar atención si en un momento se tiene dificultades para completar procesos mecánicos simples que alguna vez resultaron fáciles. Ese será un buen momento para buscar el consejo de un profesional para analizar el estado de salud del cerebro.
“Si vas a preparar una taza de café y no recuerdas cómo usar la máquina o estás lavando la ropa pero no recuerdas cómo usar la lavadora o estás perplejo con cualquier otra tarea que conoces desde hace mucho tiempo, que haces regularmente, esto puede ser un signo de Alzheimer”, advirtió.
Aun así, llamó la atención sobre algo importante: Eventos de este tipo no significan que el único diagnóstico posible sea Alzheimer. Puede ser un problema tan sencillo como una deficiencia en algún tipo de vitaminas o sólo falta de sueño. Pero si, volviendo al ejemplo anterior, los botones de la cafetera resultan confusos lo mejor será consultar con un experto.