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“Que mal me Siento”

Un cordial saludo a todos mis amigos lectores.

Cada vez que veo las noticias televisivas, escucho las radiales o leo las escritas me produce mucho dolor al notar que crece más y más el abuso contra la mujer. Ver como los crímenes pasionales están a la orden del día. Casi siempre son mujeres las que sufren maltratos o son asesinadas por su pareja, bien sea por celos, o porque por un motivo u otro no quisieron continuar con quien convivían a lo mejor por algunos años.

Antes de proseguir quiero que sepan que no soy feminista, y no estoy defendiendo totalmente a las mujeres, soy un ser racional y  es muy cierto que a veces  las mujeres se extralimitan en sus palabras y en sus acciones, eso ellas lo saben, pero también es muy cierto que nosotros los hombres nos vamos de la primera, y actuamos en muchísimas ocasiones  como seres irracionales, no pensamos las consecuencias de las cosas y de nuestras actuaciones, y reaccionamos sin pensar, es decir  a la loca como se pudiera decir.

Yo creo y es mi humilde opinión que los que hemos sido bendecidos con tener una verdadera compañera a nuestro lado, sobre todo los que no somos ya tan jóvenes, tenemos que darle muchas gracias a Dios por eso. Y hoy quiero compartir con Ustedes una historia maravillosa, que nos puede enseñar acerca del verdadero amor, la fidelidad, el compromiso y sobre todo el respeto que debe existir entre toda pareja, no importa la edad, ni el tiempo que lleven de casados, y dice así: “Era una mañana agitada, eran las 8:30 A.M., cuando un señor mayor, de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de un pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 A.M. Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las saturas y curar su herida. Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado. El señor me dijo que no, que necesitaba ir al centro geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella. El me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer. Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde. Me respondió que hacía tiempo que ella no sabía quién era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo. Me sorprendió, y entonces le pregunté, ¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted? El sonrió, me acarició la mano, y me contestó; ella no sabe quién soy, pero yo aún sé quién es ella. Se me erizó la piel, y tuve que contener las lágrimas mientras él se iba, y pensé. Ese es el tipo de amor que quiero en mi vida”.

Mis amigos, el amor verdadero no es físico, ni romántico. El amor verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no será. Recuerda siempre que la gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos sólo hacen todo lo mejor que pueden.

Yo me despido de Ustedes por hoy, pero los dejo con este Versículo 25 de la Carta de San Pablo a los Efesios, Capitulo 5 que dice así: “Los esposos amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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