Estamos optimistas con el turismo, estimulado por las bellas playas dominicanas y por nuestro crecimiento económico, pero muy pesimistas en cuanto al comportamiento e integridad de nuestros políticos criollos.
Recientemente se celebraron elecciones en Honduras y próximamente tendrán lugar en Chile. El electorado escogió y escogerá entre partidos de derecha e izquierda. Lo mismo ocurre en Europa. ¿Cuáles entre nuestros tres partidos mayoritarios es el de izquierda y el de derecha? No es posible saberlo. El reformismo fue de derecha pero Balaguer se ocupó, al desaparecer, que este deviniera en un partido minoritario. Los tres actuales mayoritarios todos son derivados de fragmentaciones de un PRD que trajo Bosch desde el exilio. Primero sobrevino la fragmentación PRD-PLD, luego la del PLD y la Fuerza del Pueblo así como también la división PRD y PRM. La falta de definiciones ideológicas es tal que cuando recientemente el gobierno soltó un balón de ensayo sugiriendo que las Edes fuesen privatizadas, la Fuerza del Pueblo atacó esa noción cuando precisamente fue Leonel Fernández quien las privatizó, y luego Hipólito Mejía las estatizó.
En Europa y Norteamérica los ex presidentes escriben sus memorias, dan conferencias y asisten colectivamente a las misas de difuntos cuando muere un colega. En el caso de América Latina algunos aspiran a presidir organismos internacionales como la OEA. Pero en nuestro país Leonel Fernández, emulando a Buenaventura Báez en el siglo XIX y a Balaguer en el XX, pretende un cuarto mandato. Danilo Medina tal vez hará lo mismo e Hipólito Mejía no cuenta con la fuerza para buscarlo, conformándose con pedir cuotas políticas para su familia y obteniendo así la importante alcaldía de nuestra capital para su hija.
El transfuguismo de partido a partido es abundante y el ejemplo más reciente es el de la dirigente política de San Juan de la Maguana. En cuanto al Poder Legislativo, es usual que el votante evalúe por cual congresista sufragar según haya sido su comportamiento al momento de votar en el hemiciclo. Pero en nuestro Senado no queda registro sobre ese comportamiento ya que allí los votos se cuentan “con el dedo”. Entre los diputados por lo menos hay una pantalla, aunque retamos a cualquiera que solicite a la Secretaría de esa Cámara los datos sobre cómo votó el diputado de su demarcación en casos importantes como préstamos y el aborto. Pero, además, en nuestros Congreso predomina la inmunidad de rebaño pues se vota según ordena el partido al que pertenece el congresista.
Hoy tan solo contamos con una luz positiva. La autonomía que el presidente Abinader ha concedido a la Procuraduría y que ésta aprovecha al máximo.