SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El sentimiento de temor e inseguridad se apodera de los dominicanos cada vez que, en abierto desafío a la ley y la vigilancia, delincuentes cometen asaltos a mano armada y en lugares de gran concurrencia citadina.
La forma en que esta noche se produjo uno de estos asaltos en una avenida céntrica de la ciudad y frente a una plaza comercial, en momentos en que guardianes transportaban una valija de valores, demuestra que ningún lugar es ya completamente seguro.
Un guardián fue muerto a tiros por los asaltantes y otro resultó gravemente herido en medio de un tiroteo en que ciudadanos transeúntes y personas ajenas a este suceso pudieron haber resultado impactadas por los proyectiles del fuego cruzado.
Afortunadamente esto último no se produjo pero no deja de ser una dolorosa tragedia para la familia que perdió un miembro, un humilde trabajador que era la fuente de sustento, mientras parientes del herido están sumidos en un estado de angustia y sobresalto.
¿Se imaginan ustedes lo que pudo haber pasado si este tiroteo hubiera tenido mayores consecuencias en esta zona comercial y residencial donde regularmente hay mucho tránsito a pie y en vehículos por la avenida Sarasota, en Bella Vista, en cuyo entorno se produjo un pánico generalizado?
A los delincuentes no les tiembla el pulso para tirar a matar ante cualquier resistencia a sus actos vandálicos, lo que constituye una modalidad cada vez más desafiante y mortal, tornando complicada la labor de prevención y capacidad reactiva de la Policía frente a estos hechos.
Aun así, el Gobierno y las autoridades en general están obligados a adoptar planes de reforzada y efectiva seguridad ciudadana para detener esta carrera en que criminales se apoderan de las calles para cometer toda clase de fechorías. ¿Quién podrá protegernos de este persistente desasosiego, que no es percepción como frecuentemente se alega?