Esta pregunta es clave y la respuesta más próxima a la realidad podría ser trascendente, aunque para ello haya que desmontar no pocas mentiras y abundantes medias verdades.
Aquí en República Dominicana (único país vecino terrestre de Haití) y a nivel internacional, hay quienes desde las alturas del poder sostienen, inoculan y propagan la idea de que la responsabilidad es del propio pueblo haitiano dado su supuesta “ignorancia”, “atraso cultural” y “salvajismo”.
No faltan dentro de ese paquete, quienes en un tono mucho mas despreciativo de la las características de su fenotipo humano, señalan además su origen africano y el color de su piel como causa de su supuesta incapacidad para forjar una sociedad “moderna” y “civilizada”.
En ese tenor no se debe olvidar que los conquistadores de Nuestra América, que exterminaron gran parte de nuestros pueblos originarios, los definían como “seres sin alma”; al tiempo que consideraban a los esclavos/as negros/as, traídos de África, como “no humanos”. Y para sus herederos el único modelo civilizatorio es el propio
De esas consideraciones se deriva una colonialidad euro-céntrica criminal y la cosmovisión racista basada en la supremacía blanca, que impregna al decadente imperialismo occidental y sus dependencias.
· HAITÍ: LA PRIMERA GRAN HEREJÍA
La historia en momentos estelares registra aleccionadoras y consistentes herejías.
Algo así aconteció en 1804 en la parte Occidental de una pequeña y hermosa isla caribeña (mal llamada LA HISPANIOLA), dominada por el colonialismo y la esclavitud impuesta por el Imperio Francés; mientas su lado Oriental estaba a cargo todavía del Imperio Español.
Entonces, su pueblo negro -harto de una larga, pesada y cruel esclavitud- optó por la rebelión hasta lograr la hazaña de la Primera Independencia en Nuestra América acompañada de la Primera Revolución Social Antiesclavista; previa gestación de su identidad nacional y de un idioma unificador de las poblaciones esclavizadas procedentes originalmente de diversas tribus africanas con diferentes lenguas (el llamado “creole”); y previa exitosa gestión del respaldo en armas de parte Libertador Simón Bolívar.
¡Cuánta inteligencia!
¡Cuánta sabiduría!
¡Cuánto valor y cuánta audacia de ese pueblo supuestamente “inferior”!
Ese pueblo negro -al que sus opresores e impenitentes enemigos le atribuyen todas las culpas de sus actuales y desgarradoras penurias- fue capaz de realizar esa gran hazaña, sin ayuda de ninguna Virgen.
Una hazaña nunca perdonada por las potencias coloniales confabuladas durante 217 años para aplastar su epopeya liberadora.
· SIGUE LA INFAMIA
Ahora, sin establecer responsabilidades, se repite hasta el hartazgo que en Haití hay un “Estado fallido” y un pueblo súper empobrecido supuestamente “inválido e incapaz” de auto-determinarse y auto-gobernarse. Igual se afirma que “no hay Estado”, que predomina un caos que solo puede ser controlado desde fuera, mediante formulas intervencionistas a cargo de de EEUU y las grandes potencias occidentales.
La especie proviene de ciertos Súper Estados canallas y elites capitalistas blancas con ínfulas de dominar al mundo y de aplastar las nuevas rebeldías emancipadoras; en el contexto de una marcada declinación de su poderío y de la violenta agresividad por ella motivada.
De todas maneras -aun en medio de tantas medias verdades y mentiras- vale la preguntarse… ¿Quiénes son responsables de tal fallo, de tal caos y tan brutal empobrecimiento?
Otros/as, en todo más benévolo, afirman que el pueblo haitiano no tiene la culpa de su penosa situación, que más bien ha sido víctima de una partidocracia rastrera y una oligarquía mafiosa y voraz. Y eso es verdad, pero es una verdad parcial, a medias, que oculta el factor fundamental de esa tragedia social y humana: el accionar contra el pueblo haitiano del sistema imperialista occidental, con EEUU a la cabeza y Canadá, Francia, España y casi toda la Unión Europea como aliados.
A eso se agrega en la cola del sistema imperialista la clase dominante-gobernante dominicana, sumisa al coloniaje y empapada de un racismo hispanófilo y una total sumisión al poder imperial estadounidense.
· NUESTRA OPINIÓN
¿Cuál es nuestro punto de vista?
Pensamos que quienes le atribuyen al pueblo haitiano la culpa de su dramática situación forman parte, son socios o están bajo la influencia perniciosa de los verdaderos culpables.
Asumen así, por intereses creados y conveniencias oportunistas, la ideología de la colonialidad. Asumen la supremacía blanca y se adhieren al racismo imperialista europeo y estadounidense para encubrir las culpas históricas y presentes de las potencias dominantes; procurando ocultar el impacto del saqueo, la depredación ambiental, la sobreexplotación, la imposición de regímenes oligárquicos, dictaduras militares, partidocracias y plutocracias mafiosas.
Preguntemos: ¿quiénes impusieron y sostuvieron en Haití a los Duvalier, Namphis, Prósper Abril, Martely, Jovenel Moises?… ¿Cuántas veces ha intervenido EEUU a Haití?
Aquellos/as que solo le atribuyen a esa oligarquía y a esa partidocracia gansteriles la responsabilidad de los resultados de los poderes establecidos en Haití, lo hacen para no enfrentar a los principales culpables: EEUU, CANADA, FRANCIA y U.E., y para respaldar la posibilidad de nuevas intervenciones imperialistas, que solo no han solucionado nada, sino que lo han empeorado todo.
· ¿QUÉ NECESITA HAITÍ?
Haití necesita reconquistar su soberanía y que se respete la autodeterminación de su pueblo; y a partir de ese paso trascendente, necesita mucha solidaridad, mucha ayuda desinteresada, mucha cooperación ajena a imposiciones hegemónicas.
Condonación de sus deudas impagables.
Que se desista del respaldo exterior de fuerzas poderosas a su partidocracia corrupta y mafias empresariales.
Garantías para que su propio pueblo pueda desplegar su talento y energías en busca de soluciones propias a sus propios problemas.
Necesita abrir la compuertas a un PROCESO CONSTITUYENTE soberano y popular que refunde su Estado, tal y como se demandaba en las movilizaciones multitudinarias frente al gobierno de Jovenel Moises.
· HAITÍ PUEDE CAMBIAR SI RESCATA SOBERANÍA
El pueblo haitiano tiene mucha inteligencia, muchos valores, dentro y fuera de su territorio, para encontrar e impulsar soluciones a sus grandes problemas; incluido el de las bandas armadas, que por demás, no es tema exclusivo de Haití, sino global, que incluye policías y fuerzas represivas que no son más que sumas de bandas articuladas.
Su intelectualidad, sus técnicos, los movimientos sociales en lucha, las fuerzas políticas no corrompidas, tienen muchas ideas, proyectos y propuestas para hacerle frente a la crisis y al caos impuesto desde fuera; contrario a lo que pregona la prensa manipulada.
Cuentan, además, con muchas fuerzas amigas y solidarias en el Caribe, en el Continente y en el mundo, impedidas de actuar por EEUU.
Todo esto ha sido invisibilizado y distorsionado por la dictadura mediática imperialista, lo que impacta negativamente sobre el poder en nuestra República Dominicana; apresado por la colonialidad imperialista, que se manifiesta en vergonzosos niveles de pro-imperialismo y crueles expresiones de racismo anti-haitiano.
Todo esto como si no tuviéramos un enemigo imperialista común y no fuéramos una dependencia, con no pocos problemas, sino similares ni tan agudos y graves como los que padece el hermano pueblo de Haití, si parecidos, aunque en dimensiones y volúmenes menores.
Como si no fuéramos latino-caribeños, predominantemente mulatos/as y negros.
Como si fuéramos europeos/as, gringos/as y blancos/as.
Así la ideología dominante ha puesto todo patas arribas, convirtiendo al Estado, al gobierno, a la partidocracia y a la cúpula capitalista dominicana en instrumentos de los designios de EEUU en la región, plegados a sus recetas respecto a la crisis en Haití: lo que enrarece aún más el panorama en el interior de la isla y más allá.
El trato criminal del Gobierno de Abinader a las mujeres embarazas haitianas -sumado a todas las prácticas de discriminación, violación de derechos y abusos contra la migración y los/as dominicanos/as de origen haitiano- nos convierte en una vergüenza mundial y un Estado canalla.
¡Basta ya de tanta ignominia!
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