REDACCIÓN.- El Instituto de Políticas Migratorias (MPI) lamentó hoy la «falta de capacidad y conocimientos» de los gobiernos occidentales para tratar de forma adecuada los traumas que sufren los niños refugiados, por lo que reclamó una mejora del sistema.
En un estudio realizado en diferentes países de Europa y Norteamérica, los expertos determinaron que las experiencias de conflicto, fuga o reasentamiento pueden afectar seriamente a la salud mental de los niños pequeños, lo que interfiere en su desarrollo cerebral y en la formación de vínculos sanos.
«Si bien existen programas de alto nivel, en término medio hay una desconexión entre el sistema y los niños que hace que en muchas ocasiones sean invisibles para ellos, debido a la escasez de recursos e investigación», detalló la analista senior de MPI, Maki Park.
En un seminario sobre la materia, Park comentó que los programas de educación y cuidado de la primera infancia (ECEC) de alta calidad son una opción que puede reportar enormes beneficios a los hijos de inmigrantes.
En este sentido, la consultora de la organización CMAS Heather Savazzi, cuya organización se encarga de apoyar a las familias refugiadas en Canadá, aseguró que cuantos más programas llevan a cabo «más entienden la importancia de estas acciones».
Savazzi hizo hincapié en que los menores refugiados tienen mayor riesgo de padecer estrés ante los cambios, puesto que para ellos es difícil enfrentarse a «entornos que no controlan».
Por ello, CMAS ofrece programas de ayuda de «costa a costa» en Canadá basados en «conseguir una rutina», para que además aprendan desde un primer momento el idioma y la cultura del país, e interactúen con otros niños.
En los últimos meses, Estados Unidos está inmerso en una crisis migratoria derivada de la política de «tolerancia cero» aplicada por Donald Trump en la frontera con México; mientras que en Europa, los países del Mediterráneo hacen frente al desembarco en sus costas de miles de personas desde África.
Una situación que el profesor en Psicología y Políticas Públicas de la Universidad de Nueva York J. Lawrence Aber catalogó como un «trauma complejo» para los afectados, especialmente los niños menores de ocho años, ya que sus consecuencias son «permanentes, se repiten en el tiempo y afectan a su entorno».
A diferencia del trauma simple, un suceso que solo ocurre una vez como por ejemplo un accidente automovilístico, el impacto es mucho mayor al producirse de forma masiva en sus comunidades, lo que impide su desarrollo educativo y afecta a la forma de expresar sus emociones con otras personas.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) publicó hoy el informe «Invertir la Tendencia: la Educación de los Refugiados en Crisis», en el que revelan que unos cuatro millones de niños refugiados en el mundo no van actualmente a la escuela.
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