Hacía mucho tiempo que no nos encontrábamos. Ya hasta lo había olvidado, aunque en la parte más gozosa de mi infancia fue una presencia imperativa; a pesar de que en su defensa desaté feroces ofensivas, a cañonazo limpio, contra los férreos intrusos que alteraban su paz (todos quedaron convertidos en “cadáveres marineros”, a lo Pedro Mir). Pero ayer, por fin me reuní con él alegremente, como si el tiempo de ausencia no hubiera pasado. En fin, ayer me reuní frente a frente con mi amigo el Mar, ambos indiferentes a los ruidos de la humanidad… (Y hoy invito a todos a hacer lo mismo).