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Batalla Electoral 2024

Referéndum: una ternura erótica y política apresurada

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Sirve la mentira solo para salir del paso, y esto la convierte en un instrumento político de validez efímera, por lo cual los políticos mentirosos se ven en la obligación de tener que darle mantenimiento publicitario, propagandístico y promocional, constantemente y para mantenerla vigente.  Como solución fácil la mentira del referéndum nos conducirá a un callejón sin salida, dado que nunca podrá sincerarse con el esquema constitucional vigente, sin que se venga abajo el edificio democrático y el agotamiento del modelo político del país.

Limitar al presente y a la necesidad urgente de la reelección del Presidente, el referéndum se convertirá en un látigo y en el peor castigo de las mentiras presidenciales, ya que, perderá su doble identidad, la que presenta frente a la audiencia y la cual le impedirá saber, que sentir y que mostrar o expresar, cuando se quede solo en sus propósitos.

Encontramos en esta propuesta de referéndum una relación interesante entre la prisa y el poder.  Esa violencia que se opone a la solemnidad de los actos públicos, una especie de ternura erótica apresurada en la cual se entrega el control del tiempo a lo que dicten los sentimientos y las emociones, pero que, el tiempo masculino es distinto al tiempo femenino en las relaciones rituales del momento.

Entran en el referéndum propuesto la prisa y la violencia, las mismas que se expresan en la Constitución del pleno de la Junta Central Electoral, las que atoran la Ley Orgánica para la formación del Tribunal Constitucional y las que privaron de libertad a la Cámara de Diputados, para que el Senado designase y reeligiese una Cámara de Cuentas a la carta, que respondiese a la ocupación de los órganos de los poderes públicos, por parte de un partido político en el poder.  ¡Bien por ti!

Quiere todo.  Y, ahora.  El apresurado Presidente, en potestad de una capacidad de efracción electoral con la cual dispone de un camino más corto para sus metas y urgencias democráticas y políticas. ¿Para qué guardar las formas que siempre son lentas? Para que la ciudadanía o la opinión pública crítica carezcan de tiempo, y de posibilidades, ni siquiera de saber lo que siente sobre el referéndum, o de distinguir entre lo que verdaderamente cree o sabe de esta figura Constitucional.

Entramos a la vorágine del referéndum, sin intentar aclarar o traer a la luz del debate, o de la evidencia corroborada, de todas las implicaciones y consecuencias sociales, económicas y políticas, que permanecen ocultas en esta insinuación seductora y erótica del Presidente.  Y entraremos entonces en unas contradicciones, o unas ocurrencias del poder político en las que nunca hemos reparado.  Como la que expresó el Senado de la República, cuando derogó en forma provisional la ley 66-97, con el objeto de complacer una demanda coyuntural del mismo Presidente que la promulgó.

Perdimos frente a esta aberración la templanza y la firmeza democrática del principal poder del Estado, y muchas veces, tanto el Congreso, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, nos dejan en la retina y en nuestros sentimientos, la impresión de que nos hemos embarcado en un proyecto político y democrático contradictorio, y al mismo tiempo, imposible. Dado que es difícilmente, salvable la contradicción democrática y Constitucional, entre la urgencia y la pertinencia del referéndum, con la intensidad y el cuidado que merecen la gobernabilidad y el consenso, que demandan los riesgos económicos, sociales y políticos, en esta época.

Considerábamos que la paradoja planteada anteriormente por uno de los mentores del frente progresista, nacía de la neurosis o de la psicopatología de la comunicación, que trata Castilla del Pino, acerca de la personalidad neurótica de los políticos de nuestro tiempo.  Esa misma neurosis que expresan funcionarios cancelados o trasladados de sus cargos que, luego, aparecen en los informes del Embajador Fannin, los cuales destapó Wiki Leaks, o la neurosis que exhibe el Presidente del Senado, con amenaza incluida, al Presidente de la Suprema Corte de Justicia, al querer aprobar el presupuesto de 2011, antes de que el Tribunal para lo Contencioso y Administrativo, se pronunciara sobre un Recurso de Amparo, que por violación a la ley 66-97 y a la Constitución de la República, elevaran un colectivo de organizaciones civiles.

Invitamos, a la clase política dominicana al análisis de los antecedentes, de las hipótesis y de las necesidades, que tiene el Presidente Fernández y la Fuerza Nacional Progresista, para este planteamiento, porque la maraña moral y cultural de la Fuerza Nacional Progresista surge con la duplicidad del Licenciado Pelegrín Castillo, frente a la extensión del mandato de Horacio Vásquez, primero, en la retórica se opuso, pero, luego, se quedó para legitimar con su presencia el Quorum, tal cual lo hiciesen los diputados católicos. (Ver a Vertilio Alfaú Duran en Clío).

Piensen, por ejemplo, que la moral y la cultura política tienen sus bemoles, ya que, es distinto avergonzarse por vivir en Villa Consuelo sin una yipeta, que sentir vergüenza por faltar a la palabra dada, al pactar una reforma constitucional que dejase fuera las posibilidades de reelegirse.  Es precisamente este sentimiento análogo de la vergüenza el que deberíamos colocar bajo sospecha, al momento de considerar las hipótesis y las necesidades del Presidente Fernández.  Si el lector quiere conocer mejor nuestros argumentos, les pedimos leer Psicología de la Vergüenza, de Gershen Kaufman, de la Editora Heder, Barcelona, del año 1994.

Aclaramos estos asuntos vitales de este proceso político, con el objeto de evitar que corramos el riesgo y el peligro de tirar a la basura nuestra criatura democráticas, junto con todos los pañales sucios, del narcotráfico, de la corrupción, de los contratos sin concursos, de las obras y los préstamos consignados con altas comisiones, de los miles de millones de dólares invertidos sin ningún registro contable en el sistema eléctrico y del enriquecimiento ilícito de muchos funcionarios de esta administración.

Necesitamos con urgencia una movilización cívica constructora de valores y principios democráticos, que sobrepase la convicción íntima y el derecho natural de un Presidente, que quiere imponer su popularidad por encima de la libertad de los ciudadanos y de la Constitución de la República.  Una convicción íntima y un derecho natural con distintos pelajes, los cuales van desde el planteamiento del referéndum hasta la autorización para que a un narcotraficante se le otorguen préstamos, en el Banco de Reservas.  Todo esto, al margen de las leyes que rigen el Estado de Derecho.

Elegir en el referéndum propuesto sería una elección entre el bien y el mal, pero, más allá de la justicia constitucional, por lo que romperíamos todas nuestras nociones de restitución y de reciprocidad democrática, y de obligaciones ciudadanas mutuas y distributivas, frente a las garantías legales del Estado, y del ejercicio de nuestra libertad política, económica y del uso justo de la ley.

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