Las izquierdas participantes y el progresismo electoralista están emplazadas a una reflexión profunda y constructiva sobre su concurrencia a las votaciones recientes. Esto es clave para avanzar.
Las reglas vigentes del juego electoral sustentan una desigualdad espantosa y un ventajismo colosal a favor de las derechas dueñas del sistema.
Aceptarlas sin impugnarlas y sin cambiarlas ha sido un grave error; mas después de lo vivido y sufrido por nosotros/as en esos escenarios monopolizados y tramposos, trituradores de minorías sin grandes recursos.
Ese fue el error fundamental.
Otros asuntos a examinar son los contenidos de la política asumida, porque frente a derechas inescrupulosas, entreguistas, neoconservadoras y hasta fascistoides, en el marco de un sistema podrido y brutalmente desigual, no hay espacio para blandenguerias políticas.
En el contexto de un sistema bajo control de un empresariado voraz, una clase política desacreditada y un imperio implacable e interventor, tanto los pactos realizados con esas fuerzas como la derechización y la escasa diferenciación, descalifican a quienes, como izquierdas u otra denominación, se complacen con optar por meterse en esa trampa mayor.
La reflexión crítica y autocrítica debe incursionar también en la debilidad crónica de las organizaciones y su pobre implantación en el territorio nacional, en la forma de hacer política y relacionarse con el pueblo y las nuevas generaciones.
Igual requiere abordar a profundidad y dar respuestas certeras a las consecuencias vertiginosas de la reestructuración neoliberal del capitalismo, de su impetuosa evolución tecnológica y su contrarrevolución cultural ultra conservadora.
Implica abrazar con pasión, amor y alegría una actitud profundamente clasista e internacionalista, feminista, anti-racista, ecologista, defensora de todas las liberaciones y todos los derechos, militante en la creación científica y artística…
Esto obliga a una actitud radicalmente transformadora y autotransformadora.
Fue penoso que, en estos comicios, representantes de agrupaciones neofascistas minoritarias, se expresaron con más radicalidad y más consistencia analítica que el denominado progresismo y que las izquierdas que optaron por las elecciones.
Aún con su religiosidad fundamentalista a cuesta y detrás, y su funesto neofascismo populista y ultra nacionalista, optaron por condenar más categóricamente a los políticos tradicionales, al gobierno y empresarios corruptos; y eso podría explicar, en parte, que le fuera mejorcito.
Incluso Virginia Antares, joven candidata presidencial, se expresó con más creatividad y más a la izquierda que las izquierdas abrazadas a un progresismo inocuo y a un cierto anquilosamiento histórico; y por eso, a la candidata presidencial de OD, le fue mejor. Estoy seguro que hubiera avanzado algo más, si su partido no hubiera pactado, en otros niveles, con una oposición perversa y desacreditada.
Guillermo Moreno cosechó su fracaso terminal por pactar con el PRM, sumándose incluso a la candidatura empresarial, neoliberal y pro colonialista de Abinader.
De todas maneras, las enseñanzas fundamentales para evitar una participación electoral tan deprimida y deprimente, es la imperiosa necesidad de luchar previamente y sin vacilaciones para establecer un sistema constitucional y un régimen electoral que garanticen la participación democrática. Por eso insistimos en la necesidad de demanda e impulsar un proceso constituyente.
En el Movimiento Caamañista-MC hace tiempo aprendimos de nuestros tropezones con la trampa electoral; si, de los tropiezos y errores cometidos cuando nos mentimos en ella como PCD y FR, ya solos o en unidad con otras izquierdas.
Esto, claro está, no es para ufanarse ni para echar vainas, porque más allá de ese acierto político, tenemos conciencia de nuestras profundas debilidades a superar y estamos empeñados en lograrlo. Por su parte, la FR y el MPD al final, luego de resbalar, lograron evadir el matadero.
Entendemos, pues, que la reflexión crítica y autocrítica debe comenzar por ahí y profundizarse para tratar de reforzar la decisión de proponernos auto transformarnos, conformar un torrente de izquierda más fuerte, más unido y más radicalmente innovador.
Para pensar en las nuevas izquierdas y fuerzas transformadoras (políticas, sociales y culturales), más allá de nuestras filas.
Para contribuir a refundar, activar y ampliar las izquierdas y las fuerzas transformadoras, subvertir el sistema por otra vía y a través de formas de lucha; que impliquen crear poder popular para reconstituir el Estado, su Constitución, sus leyes y sus reglas de juego.