Reformas

Si el presidente Abinader quisiera, su reelección apabullante, control del Congreso, apoyo popular y reconocimiento internacional, le permitirían revolucionar el país con todas las reformas necesarias, hechas según crea más conveniente. Sin embargo, Luis ha preferido la ruta más tortuosa: procurar la difícil colaboración o consenso mínimo de parte de la oposición política. También ha puesto oídos atentos a los planteamientos de distintos sectores beneficiados por el status quo que ejercen un legítimo aminoplismo, procurando librarse de los cambios imprescindibles. Se debe corregir las inequidades fiscales, no sólo la manera de recaudar impuestos sino también cómo sanear el gasto público; poner fin al vergonzoso desastre de las EDE y otras imprevisiones energéticas; acabar con la impunidad de los responsables del anterior y actual fracaso de la instrucción pública; corregir la ineficacia del Ministerio Público obsesionado con farandúlico lawfare; alinear los objetivos de las leyes laborales y seguridad social para facilitar y abaratar la creación de empleos formales mejor pagados. Y encima, la reforma constitucional, que a mi juicio debe eliminar las restricciones a la reelección. Es mucho trabajo. Ojalá tras escuchar a todos los sectores Luis utilice sabiamente el legítimo poder dado por el pueblo para completar su obra de Gobierno.