Regurgita el pantano electoral

Uno, el principal bloque competidor y segundo de la lista, con el PRM a la cabeza (que hereda gran parte de la corrupción, del neoliberalismo y del conservadurismo en que devino el PRD histórico),  repartido entre la facción de Hipólito Mejía  y la de Luis Abinader, presto a aliarse con la escoria que resta del PRSC y otros grupúsculos de la camada tipo sanguijuelas, abierto a atraer a una parte al progresismo tipo Frente Amplio, y exhibiendo vulnerabilidad frente al papel corruptor del gran empresariado que invierte en los comicios y a los sobornos y maniobras del oficialismo.

El pantano electoral está siendo reanimado por la fuerza imperiosa y mañosa de una dictadura constitucional mafiosa y de un sistema de partidos putrefacto, ambos amenazados por sus propias decadencias y por la contrapartida del movimiento verde y del crecimiento sostenido de la conciencia colectiva contra este sistema de impunidad, desigualdades, abusos e injusticias dramáticas.

 Y regurgita con todas sus pestilencias.

Por un lado, la Corporación de la Corrupción Morada y aliados (entre los que se destaca el negocio PRD que encabeza Vargas Maldonado), en plena asociación delictiva estatal-privada, con sus dos facciones: Danilo y Leonel.

Una por volver, otra por quedarse. Ambas desacreditadas esforzándose por la reelección de la maquinaria corrupta y corruptora, con uno u otro a la cabeza. Cuales de los dos camajanes y sus dos facciones, peores

Danilo especialmente en febril intento reeleccionista, procurando arrinconar y avasallar a Leonel en el partido y en el Estado, con muchas posibilidades de lograrlo como demuestra lo acontecido en la cúpula del PLD, en la JCE y el TSE y lo que sigue aconteciendo en las altas cortes y en todo el sistema judicial.

Esas son las ofertas del primer BLOQUE ELECTORAL (las otras son instrumentos y comodines), con todos sus componentes apandillados para no arriesgarse perder ni bienes robados ni libertad en Najayo y, sobre todo, para seguir robando y abusando del poder. Algo que no ha cesado, que sigue rampante, pese a todas las movilizaciones multitudinarias demandando el fin de la impunidad.

La podredumbre  y las trampas a millón, entre sí y contra una oposición electoralista que ha aceptado terciar en un ese escenario fraudulento con su arbitraje parcializado; al punto que lo que está en marcha desde el oficialismo, de cara al 2020, habrá de sobrepasar las fechorías del 2016.

 En otro orden, en el llamado “campo opositor” que incursiona en ese pantano, aspirando a que el gobierno y parte del Estado cambien de dueños y exhiban nuevos rostros funcionales al sistema constitucional imperante, se están conformando dos BLOQUES.

Uno, el principal bloque competidor y segundo de la lista, con el PRM a la cabeza (que hereda gran parte de la corrupción, del neoliberalismo y del conservadurismo en que devino el PRD histórico),  repartido entre la facción de Hipólito Mejía  y la de Luis Abinader, presto a aliarse con la escoria que resta del PRSC y otros grupúsculos de la camada tipo sanguijuelas, abierto a atraer a una parte al progresismo tipo Frente Amplio, y exhibiendo vulnerabilidad frente al papel corruptor del gran empresariado que invierte en los comicios y a los sobornos y maniobras del oficialismo.

El otro bloque, el tercero de este escenario, procura conformarse con Alianza País de Guillermo Moreno y el Partido Opción Democrática de Minou Tavares Mirabal como matrículas registradas; corriendo el riesgo de quedar disminuido, marginalizado y aprisionado por la dinámica polarizante-bipartista que genera este pantano electoral a nivel presidencial o de inclinarse al respaldo de la candidatura presidencial del PRM.

Un pantano que paradójicamente todavía ejerce fuerza atractiva en quienes los combaten procurando fundamentalmente lograr reciclar o conquistar popularidad electoral, e incluso en quienes aspiran a combatirlo débilmente desde adentro y con ciertos acomodamientos. Un pantano que genera viejas y nuevas ambiciones y aspiraciones. Que exhibe una precaria, pero real, oportunidad de pequeñas cuotas, y estimula a optar por la ruta de menos riesgos y menos hostil al sistema  y a las reglas de juego imperantes, agravadas por la mostrenca ley de partidos.

Marcha  Verde, que esencialmente es otra cosa, que caló y cala cada vez más en el alma popular-nacional, porque surgió para ENFRENTAR ESE PANTANO y sus consecuencias institucionales (sin corruptos preferidos), no ha estado libre de que algunos de sus rostros,  activistas  y sectores político-sociales se inclinen por quererla enredar con los bloques partidistas opositores, o decidan optar por y/o aceptar alianzas y candidaturas electorales en ese contexto.

Pese a que su despliegue multitudinario, que dejó a los partidos del sistema sin poder de convocatoria y que de paso redujo la confianza popular en ellos y en el Congreso Nacional a un 14 %, hay quienes, en ese tenor, impulsaron y lograron temporalmente en MV, por escasa mayoría y con ciertas maniobras, extender la propuesta del COMPROMISO CIUDADANO POR EL FIN DE LA IMPUNIDAD a los partidos políticos, con fines electorales, pero con la “mala suerte” de que tal propósito influyó determinante para el fracaso de esa  aventura.

 La verdad es que ni  dentro, ni fuera de Marcha Verde, esa iniciativa ha tenido acogida, como tampoco lo ha tenido el interés de ese sector electoralista de vincular su proyecto de COALICIÓN DEMOCRATICA a MARCHA VERDE, mientras algunas de sus figuras más conocidas comenzaban a anunciar sus candidaturas a través de diversas instancias partidistas; sin faltar los que pretendían y pretenden clausurar por decreto la vida del movimiento verde.

Ese empeño, al tener el tinte del uso de MARCHA VERDE como trampolín electoral en busca de cuotas a cambio de apoyo a opciones tipo PRM, no ha logrado calar y ha sumergido a todo ese proyecto electoralista en una especie de empantamiento; al tiempo que está generando una fuerte reacción interna y externa de preservación del rol  independiente,  la capacidad de lucha y el valor estratégico de MARCHA VERDE-MV.

De más en más, quienes jugaron un papel destacado en MV y ahora optaron por integrarse a esa propuesta de COALICIÓN ELECTORAL, o asumir candidaturas, deberán entender que deben hacerlo por cuenta propia; precisando que no se trata de una decisión institucional del movimiento Marcha Verde, cuyo rol no ha incluido la participación electoral en esta coyuntura y su misión trasciende el 2020.

La propia MV, por lo que representa para nuestro pueblo, está en el deber de precisar ese asunto y de resituar sus demandas y su programa en construcción fuera del actual escenario pre-electoral y de sus dinámicas internas de candidaturas y alianzas; esforzándose cada vez más en constituirse en una alternativa de calle, estrechamente ligada a los movimientos sociales en lucha, vía movilizaciones, paralizaciones, protestas y desobediencia civiles cada vez más contundentes.