Los políticos tienen la mala fama de ser renuentes a esgrimir la verdad cuando están en el poder, pero mientras se mantienen en campaña ofrecen cosas y luego con el devenir del tiempo se olvidan de sus promesas, y si cumplen algunas lo hacen a medias.
La verdad significa responsabilidad y está en conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. Hay un refrán popular que dice que de lo dicho al hecho hay mucho trecho.
Las personas conscientes del pueblo, porque todavía los hay, están cansadas de los ofrecimientos demagógicos de los políticos, pero esperamos en esta ocasión que el Presidente electo, licenciado Danilo Medina, a quien se considera un hombre veraz, es decir, de verdad, cumpla con la totalidad de lo ofrecido en su programa de Gobierno.
Un hombre veraz es el que se mantiene cumpliendo a cabalidad sus promesas sin mutación alguna, apelando a la verdad ineludible, clara y sin tergiversación. Sin embargo, tenemos que admitir que el hombre no es perfecto, pero aún dentro de esa imperfección no puede negarse a lo que es verdadero, que está en conformidad de las cosas, con el concepto que de ellas forma la mente. Así se ganará el respeto de todo el mundo.
Hay un ejemplo hermoso, en cuanto a lo que es la verdad, y es el de Jesús, que durante su juicio ante Pilato, habló de dar testimonio de la verdad (Juan 18:37). Pilato le pregunta a Jesús, «¿Qué es la verdad?» (Juan. 18:38). Jesús le contesta a Pilato en su oración en Juan 17:17 “santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Hay tal cosa como la verdad, y se encuentra en las Sagradas Escrituras. Dios le revela al hombre en las Escrituras que diga la verdad y que es su responsabilidad decir la verdad. Como cristianos, consideremos nuestra obligación hacia la verdad.
Ampliando este concepto, decimos que la verdad tenemos que amarla. Nuestro enemigo ama la mentira. Debemos amar la verdad porque somos de Dios que es el autor de la verdad. Pablo habla en 2 Tesalonicenses 2:10 de aquellos que perecerán por no haber recibido el amor a la verdad, para que sean salvos.
Nosotros debemos buscar la verdad. Busca al Señor mientras puedas encontrarlo (Isaías 55:6). Dios es encontrado a través de su Palabra. Así que la fe viene por el oír y el oír la palabra de Dios (Romanos.10:17). Pedro nos exhorta a desear el alimento puro de la palabra. (I Pedro 2:2).
Debemos distinguirlo del error; no todo lo que se cree es verdad. Jesús nos advierte contra los falsos profetas (Mateo. 7:15). Juan dijo «Amados no creer a todo espíritu, pero probad los espíritus si son de Dios » (I Juan. 4:1). Nuestro amor por la verdad y el deseo de encontrarlo es mandatorio.
Debemos conocer la verdad. Hay algunos que dicen que la verdad no se puede aprender. Esto simplemente es un error. Jesús dice: «Conocerás la verdad y la verdad nos hace libres» (Juan. 8:32). No solamente se puede conocer, sino que se puede entender. Así que no seamos ignorantes sino que conozcamos el deseo de nuestro Señor. (Efesios. 5:17).
Tenemos que creer. La verdad es creíble porque procede de Dios que no puede mentir (Hebreos. 6:18). Jesús dice: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo» (Marcos 16:16).
Debemos obedecerla. Está escrito mi lengua habla tu palabra. Porque todos tus mandamientos son justos (Salmo 119:72). Juan dice que el que hace sus mandamientos está con él (I Juan. 3:24).
Tenemos que enseñarla. Nuestra religión es una de enseñar. Pablo actuó de manera responsable con la verdad: «y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñarlos» (Hechos 20:20). Referente a la enseñanza le dijo a Timoteo: «esto encarga a hombres fieles … para enseñar también a otros» (2 Timoteo 2:2).