A solo tres meses del asalto a un camión de valores y la muerte a tiros de dos vigilantes, en un caso que aún no ha podido ser debidamente esclarecido, el atraco de esta noche a una sucursal bancaria dentro de una plaza comercial, plantea un serio desafío para la Policía, el Gobierno y las autoridades en general responsables de velar por la seguridad ciudadana y la protección de bienes y propiedades públicas y privadas.
En una escena de terrorífica violencia delictiva, al estilo de los gánster y de las películas que recreaban sus asaltos a entidades bancarias, individuos portando armas de guerra automáticas la emprendieron a tiros en la sucursal del Banco Popular que funciona en Plaza Lama de la 27 de Febrero en la Capital.
Versiones preliminares ofrecidas por testigos presenciales apuntan a que los asaltantes utilizaron un modus operandi que guarda cierta similitud con el empleado en el atraco registrado frente a Bella Vista Mall, al que ahora se añadió como nuevo elemento el lanzamiento de gases lacrimógenos para dispersar a parroquianos y huir con valijas de dinero.
Corresponderá a las autoridades precisar estos detalles con pesquisas que deben llevar a la captura de los responsables. Pero mientras tanto, la pregunta que ya mucha gente ha comenzado a formularse a través de las redes sociales y que refleja un creciente sentimiento de inseguridad, plantea de forma repetida e impotente, ¿quién nos defenderá del auge del crimen y de la impunidad de conocidos personajes del crimen que son perseguidos y que hasta ahora permanecen prófugos como si se hubieran esfumados del país. Entre otros, nos referimos a John Percival, el principal sospechoso del sonado asalto en plena avenida Sarasota, a quien hasta ahora las autoridades han sido incapaces de ubicar, a pesar de todas las diligencias supuestamente desplegadas…
…Oh y que no se diga nuevamente que se trata de percepción.
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