Fue como pasar un rodillo la aprobación en primera lectura por el Senado del proyecto del presidente Abinader para reducir a cero el arancel de 67 productos de primera necesidad. Con votación veinte a ocho, esa aprobación –tras apenas una semana de estudio en comisión— está manchada por el reclamo de varios senadores de que no hubo vistas públicas ni consultas, como hizo la Cámara de Diputados.
El gobierno y sus congresistas creen erróneamente que abrir las importaciones indiscriminadamente, sin reciprocidad de los países de origen, es la mejor manera de combatir la inflación. Esta resulta de los efectos en la economía mundial de la pandemia y la guerra en Ucrania; no es una inflación interna que podría subsanarse con importaciones.
Pese a las sugerencias de industriales y agro-empresarios de limitar las cantidades y administrar cuotas, fuentes eternas de corrupción, quizás el propio gobierno debe convencerse de que estimular la producción nacional es mejor que favorecer la de otros países con igual o peor inflación. Los problemas monetarios y de producción no se arreglan en la aduana.