Redacción. – El reloj parece haberse detenido para los familiares de Roldany Calderón. Desde el domingo 30 de marzo, cada minuto se ha convertido en una agonía, cada hora en un eco de preguntas sin respuesta. El pequeño, de apenas tres años, desapareció en un instante, dejando a sus familiares sumidos en una pesadilla de la que aún no despiertan.
Roldany es un niño alegre, de esos que llenan los espacios con su risa, con sus ocurrencias, y con su inocencia que irradia amor. Su madre, Carolin Vargas, no deja de recordarlo, preguntando con esa curiosidad infinita de los niños pequeños. Pero ahora, su hogar está en silencio, roto solo por el llanto y la incertidumbre.
Las autoridades han desplegado equipos especializados, drones, unidades caninas. Pero también están las manos de la gente común, las oraciones, las velas encendidas en los hogares. “No vamos a descansar hasta encontrarlo”, repiten una y otra vez quienes han hecho de esta búsqueda una misión de amor.
El clamor de una madre
Carolin apenas ha dormido desde aquel domingo. Sus fuerzas flaquean, pero su corazón de madre no se rinde. “Dios mío, devuélveme a mi hijo”, ha suplicado entre lágrimas. Es un grito que se multiplica, que se siente en el pecho de cada padre y madre que se pone en su lugar.
¿Qué pasó con Roldany? ¿Dónde está? Son preguntas que duelen. Pero lo que más duele es no tener aún una respuesta.
En dos audiovisuales se ve al niño Roldany Calderón en momentos que reflejan su alegría y ternura. En el primero, disfruta de un juego con su abuela, un instante lleno de amor y seguridad familiar. Su sonrisa ilumina el momento, ajeno a cualquier preocupación, sumergido en la inocencia de su niñez.
En el segundo, Roldany camina sosteniendo unas flores con la dulzura y curiosidad propia de un niño de tres años.