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Rubby era familia, no jefe: “Cuando Rubby se comía una sardina, me daba la mitad”, dice Road manager

Alberti resumió el legado de Rubby: “Amaba la cultura, amaba el merengue y, sobre todo, a su República Dominicana. Todos sus conciertos los terminaba diciendo: ¡Que viva la República Dominicana! ¡Que viva el merengue! Ese era Rubby. Ese era nuestro hermano”.

Rubby era familia, no jefe: “Cuando Rubby se comía una sardina, me daba la mitad”, dice Road manager

SANTO DOMINGO. – “Cuando Rubby se comía una sardina, me daba la mitad”. Con esa palabra sencilla Davis Alberti, road manager del fallecido merenguero Rubby Pérez, describió el nivel de cercanía, afecto y humildad con el que el artista trataba a su equipo. Las declaraciones fueron ofrecidas durante una entrevista en el programa El Despertador, donde lo recordó a Rubby como mucho más que un ícono de la música: lo describió como un hermano.

“Rubby nunca fue jefe de su equipo, porque él nunca nos trató como subordinados. Él nos trataba como familia”, dijo Alberti.

“Cada vez que subía a la guagua para viajar al interior del país, lo primero que decía era: «Familia». Esa era su forma de vernos”.

Según relató, Rubby Pérez prefería viajar en la misma guagua que su banda, a diferencia de otros artistas que suelen moverse de forma privada. Compartía con ellos desde los asientos hasta los alimentos, como las sardinas que traía desde Estados Unidos y que siempre partía con Alberti, como si compartiera un dulce entre amigos.

Esa cercanía también se reflejaba en la lealtad de sus músicos. “Todos los trompetistas, me decían que primero cumplían con Rubby antes que con cualquier otra orquesta. ¿Por qué? Por el trato especial que él les daba. El tamborero Tati, por ejemplo, fue como su hermano; tenía toda la vida con él”.

Alberti también recordó una de las últimas presentaciones del artista, donde compartió escenario con Zulinka, su hija. “Siempre intercambiaban micrófonos cuando interpretaban esa canción juntos. Pero esa noche, Rubby se quedó en la posición de ella. Justo después de que Zulinka cantó su parte, él empezó la suya… y ahí ocurrió la tragedia”, relató.

En medio del dolor, Alberti expresó gratitud por las muestras de afecto que ha recibido la familia. Desde figuras públicas hasta ciudadanos anónimos se acercaron al féretro para rendir homenaje a quien consideraban un grande de la música dominicana.

También compartió cómo Rubby jamás dejaba a un fanático sin una foto. “Podíamos quedarnos una hora después del show porque él no se iba hasta que el último fan se tomara su foto. Yo intentaba sacarlo para protegerlo, y él me decía: ‘No, David, todavía hay gente. Vamos a darle su foto’”.

Alberti resumió el legado de Rubby: “Amaba la cultura, amaba el merengue y, sobre todo, a su República Dominicana. Todos sus conciertos los terminaba diciendo: ¡Que viva la República Dominicana! ¡Que viva el merengue! Ese era Rubby. Ese era nuestro hermano”.