Naciones Unidas (EFE).- Rusia cargó este jueves en el Consejo de Seguridad de la ONU contra la política migratoria de los países de la Unión Europea, a la que acusó de «desatar una guerra no declarada contra los migrantes que fallecen por no poder encontrar vías alternativas seguras (de llegada)».
La sesión del Consejo, la última del mes, fue convocada expresamente por Rusia y no para tratar sobre la migración en general, sino específicamente la migración en el Mediterráneo y el tratamiento que la Unión Europa hace al respecto.
El embajador ruso, Vasili Nebenzia, dijo que la UE solo trata adecuadamente el tema migratorio «cuando se trata de Ucrania, pero un nivel similar de solidaridad y de trato humano por los ciudadanos europeos es algo que los pueblos del norte de África aparentemente no pueden gozar».
Nebenzia recordó que a veces los navíos europeos en el Mediterráneo se dedican a llevar a las barcazas con inmigrantes fuera de su jurisdicción, y de este modo -ironizó- «como dijo el señor Borrell, protegen su propio jardín florido de los huéspedes que llegan de la jungla».
Al embajador ruso le respondió indirectamente el francés al recordar la responsabilidad de Moscú en dos de los escenarios con mayor éxodo humano: la guerra de Siria -en la que Rusia participa al lado del régimen de Damasco- y la inestabilidad en el Sahel, donde la fuerza mercenaria rusa Wagner interviene cada vez más abiertamente.
La intervención de los embajadores estuvo precedida de dos discursos de los representantes ante la ONU de la agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que ofrecieron las últimas cifras disponibles: entre enero y septiembre, 187.000 personas cruzaron el Mediterráneo hacia Europa, y de ellos 2.778 murieron en el viaje (2.093 en la mar).
La mayoría de los llegados lo han hecho a costas italianas, 130.000 en total, pero también Grecia ha sufrido un aumento de un 300 % en las llegadas, al contrario que España, en la que las cifras de llegadas se han mantenido estables en 2023.
El representante de la OIM, Pär Liljert, recordó que estas cifras van acompañadas de fenómenos como «la discriminación, la xenofobia, los ataques y las narrativas negativas contra emigrantes y refugiados, que van en aumento y son preocupantes».
Tanto él como su colega de ACNUR abogaron por que los países europeos garanticen lo que llamaron «un desembarco predecible» y que descarten por inseguro el recurso a la devolución de los migrantes a los puertos de salida, donde se arriesgan «al abuso y la extorsión», dijo.
Además, la representante de ACNUR, Ruven Menikdiwela, recordó a los países de la UE que los migrantes que no pueden optar al asilo político, no por ello dejan de tener derechos a la protección y la estabilidad de cualquier ser humano.
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