En verdad le hacen el juego a la corrompida dictadura morada las “fuerzas de oposición” que concurren a su próxima trampa electoral sin haber impugnado previamente el fraudulento proceso continuista y sus viciados métodos y mecanismos de validación. Esa es una ruta fallida.
Es evidente que las instituciones estatales y su sistema de partidos, incluido el “polo opositor”, están en franco e indetenible proceso de descomposición; situación que antecede al momento político con una expresión dramática en esta coyuntura electoral.
Un cuarto de siglo de capitalismo neoliberal y cincuenta años bajo el imperio de la Constitución balaguerista del 1966 y de la leonelista del 2010, sometido el país al movimiento pendular de las dictaduras unipartidistas y al bi-partidismo tradicional encarnados en el PRSC, PRD-PRM y PLD, son suficientes para entender que la continuidad de este sistema político-institucional y del modelo neoliberal que sustentan esas fuerzas, que es lo único que puede resurgir de los maleados comicios próximos, tienden a empeorarlo todo.
Esa realidad -junto al insaciable afán de lucro de la clase dominante-gobernante- imposibilita sacar al país, a través de este tipo de elecciones, del persistente agravamiento de los problemas de soberanía, salud, alimentación, transporte, educación, vivienda, empleo, endeudamiento externo, desequilibrios fiscales, seguridad social, ambiental y ciudadana; expresados en enormes desigualdades sociales y en un alarmante y progresivo empobrecimiento material y espiritual de nuestra sociedad y nuestro territorio.
En lo inmediato, la imposición de la re-postulación del presidente Medina a través de un pacto de impunidad plagado de corruptelas, marcó con fuerza la tendencia al continuismo de la dictadura constitucional vigente junto a la aceleración de la degradación del sistema político y del propio escenario electoral carente de arbitraje confiable.
Mientras… el PRM y su Convergencia han exhibido su verdadera naturaleza al decidirse a pactar con la escoria balaguerista (PRSC) y otras mafias económicas, políticas y gremiales; reproduciendo diversas modalidades de reparto, violencia y corrupción dentro de su proceso de postulaciones y “alianzas”.
Así, la cara de electoral del 20016, pinta peor de lo que vislumbrábamos; exhibiendo un prólogo sangriento y una imposición espuria de la dictadura morada sin una oposición electoral a la altura necesaria para ponerla en jaque.
Este país, en consecuencia, necesita y califica para una iniciativa audaz que asuma desde las calles la superación a mediano plazo de esta institucionalidad putrefacta, la anulación de la Constitución del 2010 y la gestación en el seno del pueblo movilizado de una CONSTITUYENYE POPULAR Y SOBERANA.