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“Saber Envejecer”

Un cordial saludo para todos mis queridos lectores.

Hace bastantes años me toco salir de mi país por problemas políticos que realmente no vienen al caso ni comentarlos, pero cuando llegue para comenzar una vida nueva en un país extraño, me recuerdo que siempre iba junto a mi padre para andar con él, pues como éramos seres extraños en un país nuevo nos hacíamos compañía el uno al otro, aunque claro yo solamente tenía 14 años.

Me recuerdo que íbamos a todas partes juntos y como nuestros medios económicos eran un poco escasos, visitábamos a aquellos que eran amigos de mi padre y mi madre desde antaño. Pero como el paso del tiempo es imparable aquellos amigos que ya tenían unos cuantos años comenzaron a pasar de esta vida a la eterna y por consiguiente nos tocaba ir a la funeraria para darle la última despedida y rendirle su merecido tributo a aquellos o aquellas que habían sido amigos de ellos en las buenas y en las malas.

Yo realmente no me preocupaba mucho, porque eran los amigos de mis padres los que partían de este mundo a la casa de Dios. Pero comencé a sentir preocupación cuando comenzaron a partir hacia la morada eterna aquellos que eran mis amigos, entonces comprendí que ciertamente había que comenzar a aprender el saber envejecer, pues un día u otro, más tarde o más temprano también yo iba a ser mayor y después a partir de este mundo a la Casa de Dios Padre.

Ya han pasado unos cuantos años desde que mis progenitores partieron a la vida eterna, y en estos días que estamos celebrando el cumpleaños de mi padre, pues no importa el tiempo que hace que partió a la Casa del Padre siempre recordamos con cariño el día de su nacimiento, llego a mis manos esto que quiero compartir con Ustedes, y que lleva por título: “Los diez mandamientos para saber envejecer” y porque quiero compartir esto con Ustedes, porque no importa la edad que tengamos, un día pasaremos a ser de la tercera edad, y después pasaremos a vivir para siempre en la presencia de Dios, y es por eso que tenemos que estar preparados para saber envejecer, y dice así: 1-“Cuidaras tu presentación día a día. Arréglate como si fueras a una fiesta. ¡Que más fiesta que la vida! El baño diario, el peinado, la ropa, todo atractivo, oliendo a limpio, a buen gusto. El buen gusto es gratuito, no cuesta nada. Que al verte se alegren tu espejo y los ojos de los demás. 2- No te encerrarás en tu casa ni en tu casa ni en tu habitación. Nada de jugar al enclaustrado o al preso voluntario. Saldrás a la calle y al campo de paseo. El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece. 3- Amarás el ejercicio físico como a ti mismo. Un rato de gimnasia, una caminata razonable dentro o fuera de casa, por lo menos abrir la puerta, regar las rosas, contestar el teléfono, bailar aunque estés solo, haz cualquier movimiento que te despegue de la cama y del sillón. 4- Evitarás actitudes y gestos de viejo derrumbado, la cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose, ¡No! Que la gente diga un piropo cuando pasas: ¡Que rectito el señor!, ¡qué guapa la señora! Recuerda que las canas…!se tiñen! ¡Y las arrugas…se disimulan con una amplia sonrisa! ¡Pero el arrastrar los pies…eso es signo de vejez! 5- No hablarás de tu edad ni te quejarás de tus achaques, reales o imaginarios…Acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás y te harán al vacio. A la gente no le gusta oír historias de hospital. Cuando te pregunten ¿Cómo estás?, contestarás que: ¡Muy bien!, ¡divinamente! 6- Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo, buena cara. Sé positivo en los juicios, de buen humor en las palabras, alegre de rostro, amable en los ademanes. No seas un viejo amargado. Se tiene la edad que se ejerce. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo. “El corazón no envejece” el cuero es el que se arruga.

7-Tratarás de ser útil a ti mismo y a los demás. No eres un parásito ni una rama desgajada del árbol de la vida. Bástate a ti mismo hasta donde sea posible. Y ayuda, ayuda con una sonrisa, un consejo, un servicio. Al abrirte a los demás, dejarás de estar pensando en un “yo” angustiado y solitario. “Solo cuando se abre la nuez, aparece la almendra”. 8-Trabajarás con tus manos y con tu mente. El trabajo es la terapia infalible. Cualquier actitud laboral, intelectual, artística. Haz algo, lo que sea y lo que puedas. Una ocupación artesanal, un rato de lectura, un trozo amable de TV, la música. La bendición del trabajo es medicina para todos los males y si estás jubilado, ocúpate en actividades de servicio, los hospitales, asilos, Iglesias, etc. Siempre necesitan manos que ayuden. 9- Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas. Desde luego, las que se anudan en el hogar integrándote a todos los miembros de tu familia. Ahí tienes la oportunidad de convivir con niños, jóvenes y adultos, el perfecto muestrario de la vida. Convive, pero sin inmiscuirte en los problemas de los demás, a menos que expresamente te pidan un consejo, recuerda: “Ver, oír y callar”. 10- No pensarás que “todo el tiempo pasado fue mejor”. Deja de estar condenando tu mundo y maldiciendo tu momento. No digas a cada palabra: “las cosas andan mal, allá en mi tiempo”…”recuerdo que antes”…No vivas de recuerdos, mira hacia el futuro con alegría. Ponte nuevas metas, haz planes, sueña…positivo siempre, negativo jamás. Toda persona debiera ser como la luna: destinada a dar luz…y como el sol siempre dando calor.

Mis queridos amigos: “tenemos que aprender a envejeser con dignidad, no importan los años que tengamos” Hay que recordar que no todos servimos para todo, pero si todos servimos para algo.

Termino con el Versículo 6 del Capítulo 17 de los Proverbios que dice así: “Los hijos de los hijos son la corona del anciano, los padres son el orgullo de sus hijos”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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