La impotencia hoy me ha llevado al borde del límite y la frase “Sálvese quien pueda” es la que mejor se aplica con toda propiedad a la situación de creciente desprotección en que nos encontramos ante la delincuencia.
Esta expresión tiene una penosa vigencia y actualidad, ya que la ciudadanía se siente indefensa e insegura en cualquier lugar y a cualquier hora, no importa lo que dicen las cuestionadas estadísticas y los porcentajes oficiales.
La tragedia ocurrida la mañana de este lunes en el ensanche Evaristo Morales, donde una señora, esposa de un diácono de la iglesia Católica, murió de un disparo mientras transportaba en un minibús a dos niños escolares, es un ejemplo dramático pero nada aislado de la inseguridad en que vivimos.
Aunque el disparo hecho por un ex raso impactó a Deysi Yapor , estaba dirigido contra dos hombres a bordo de una motocicleta que momentos antes habían perpetrado un asalto en la zona, según la versión preliminar de la Policía. La Señora Deysi se convirtió en otra victima inocente de la delincuencia.
La proliferación de armas de fuego en manos de la población civil es señalada como una de las causas de este estado de zozobra, que no se limita a actos de raterías en las calles, ya que malhechores armados penetran a negocios, comercios y a casas de familia para cometer sus fechorías.
Además de despojar de pertenencias a las personas asaltadas, en la mayoría de los casos estos malvados tiran a matar y en no pocas ocasiones el objetivo es despojar de sus armas a las víctimas para volver a cometer crímenes, como ha ocurrido incluso contra agentes y oficiales de la Policía y las Fuerzas Armadas.
Qué esperamos para rebelarnos contra este increíble estado de situación que consterna, irrita y provoca una justificada indignación, mientras las autoridades se empeñan en seguir hablando de un plan de seguridad ciudadana que solo existe en sus mentes fantasiosas y propagandísticas.
¿Tendremos acaso que salir a las calles a reclamar lo que supuestamente deben garantizar los organismos encargados de velar por el orden y la seguridad, conforme lo establece la Constitución y el ordenamiento jurídico de la nación?
Además de sobornos, corrupción e impunidad, de una justicia infuncional, del irrespeto al patrimonio público y de la indolente y pasiva actitud de funcionarios frente a la defensa del interés general, ¿tendremos que aceptar y seguir soportando que nuestras vidas pueden ser tronchadas en cualquier momento por un delincuente.?
Caramba, por no decir la palabra más fuerte y popular que el dominicano pronuncia cuando está impotente y desesperado, ¿es que nos vamos a quedar de brazos cruzados sin reacción alguna esperando que se produzcan otros crímenes y de que la delincuencia siga apoderándose de las calles? Hasta cuando señores.