Mucho había durado unido. El caudillismo es un mal que aqueja la política dominicana desde siempre, y tarde o temprano quiebra las organizaciones.
A las elecciones de 2020 no debía presentarse ni Leonel Fernández (tres veces presidente) ni Danilo Medina (dos veces presidente).
Danilo tiene un impedimento constitucional y Leonel no. Pero el asunto no es de habilitación sino de alternabilidad. Hay otros políticos con legítimas aspiraciones presidenciales y nadie es predestinado para querer volver y volver. Si quisiéramos gobernantes vitalicios tendríamos monarquía o dictadura.
Por varios años escuché decir que un partido en el poder no se dividía, y siempre dije: no es cierto. El PRI de México se dividió en el poder y el PLD lo acaba de hacer.
Leonel Fernández ha identificado el fraude electoral como la razón principal de su salida, pero el problema viene de lejos. Desde fines de la década de 1990 fue desarrollando un liderazgo personalista en el que no cabía relevo. La entrega de la candidatura a Danilo Medina en el 2012 la vio coyuntural. Y como presidente del PLD por muchos años, Leonel desaprovechó cada ocasión para ayudar a forjar nuevos liderazgos; ni siquiera el de su esposa, aunque ahora quizás la utilice si no logra inscribir su candidatura presidencial.
El ungido ha sido él: por Bosch, por Balaguer y el PLD. En elecciones pasadas en las que compitió, nunca debatió con un candidato opositor porque, supuestamente, no sabían conceptualizar. ¿Lo recuerdan?
Su objetivo central desde que salió de la presidencia en el 2012 ha sido volver. En ese intento le han acompañado los sectores más retrógrados de la política dominicana: los más xenófobos, los anti derechos de las mujeres, los anti derechos LGBT, etc., que se aglutinan en partidos minúsculos.
Leonel asumió que, si se oponía a otra reforma constitucional para habilitar a Danilo, la candidatura del 2020 iría automáticamente a él. Un error de cálculo. Apareció el delfín. También dijo que con esos precandidatos del PLD no había que hacer primarias porque él ganaba de calle. Otro error. La encuesta Mark Penn dio un empate técnico varios días antes de las primarias.
La división del PLD es positiva porque abre las compuertas para una restructuración de las fuerzas partidarias, aunque todas, en este momento, son lamentablemente parecidas en contenido.
Una vez más en la historia dominicana, el sistema político está dominado por las fuerzas conservadoras, desde los partidos grandes hasta los más pequeños. Por eso no hay rendijas de cambio social. Imagine: el Metro de Santo Domingo que se construyó en la época de Leonel llama a dos estaciones próximas Joaquín Balaguer y Amín Abel Hasbún. Un irrespeto al asesinado y a la memoria histórica.
Leonel Fernández llama La Fuerza del Pueblo a lo que será un ensamblaje de grupos ultraconservadores conformado por extrujillistas, exbalagueristas y fanáticos religiosos, entre otros.
Recordemos, desde 1990, el PLD se hizo cómplice de los desmanes conservadores de manos de Balaguer, y en 1996 fue instrumento del conservadurismo racista para bloquear el triunfo de José F. Peña Gómez por ser negro y de origen haitiano.
No sabemos qué sucederá con el PLD en los próximos meses. Podría ir de mal en peor o reposicionarse. Pero sin duda, la del 2020 será una contienda electoral feroz.
Quizás la división sacuda al PLD para que salga de su zona de confort y mejore su ejecución gubernamental. Y quizás el PRM entienda que los votos de oposición no irán automáticamente a su casilla; tiene que trabajar duro para ganarlos.