El aspirante a pelotero Ismael Ureña Pérez, de 14 años, falleció luego de que le inyectaran una sustancia para hacer crecer sus músculos. Todo indica que su muerte pasará al anecdotario de los niños que murieron persiguiendo un sueño. Pero ninguna autoridad dará en la mesa para cambiar el juego, no es solo la persecución de su muerte, es también perseguir a un sistema que trata con niños.