Se repite la historia

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Que el narcotráfico pernee las instancias policiales o militares no es nada nuevo, solo parecen cambiar los nombres y las fechas.

Sólo basta con remontarse a los más sonados casos, Quirino 2004, Paya 2008, Figueroa Agosto 2009, Hiraldo Guerrero, ex jefe de operaciones de la DNCD en 2013, y   otros que no menciono porque la lista se haría demasiado extensa.

Lo preocupante de este caso es que dos representantes del Ministerio Público estén supuestamente inmersos en el más reciente escándalo de drogas.

 

Dos representantes del organismo estatal, que dentro de un estado de Derecho democrático, están llamados a representar los intereses de la sociedad investigando  delitos, protegiendo a las víctimas y los testigos, para servir de sustento de la acción penal publica, en lugar de asumir esa responsabilidad, cruzaron la acera y se convirtieron en delincuentes atraídos por el dinero fácil y rápido de la droga.

 

En este caso, la sustancia sustraída en esta operación fue utilizada para el pago de complicidad y silencio de todos los involucrados, tanto para los Altos Mandos policiales, como a los Fiscales, quienes recibieron 250 kilos de un total de 950.

 

El Procurador General, al detallar este martes la trama de esta novela que incluyó llamadas y reuniones individuales con los involucrados, dijo hoy que esta investigación no ha concluido. Así esperamos, porque un caso de esta índole con tantas personas implicadas no puede ser el único en el que estos acusados, llamados a impartir la ley, participaron juntos. Francisco Domínguez Brito dijo a El Informe que había por lo menos tres casos, pero quién sabe hasta dónde pueden llegar las investigaciones.

 

Es nuestro deber como sociedad exigir que se cumplan las palabras del procurador, quien advirtió que aquellos que pretendan hacer de estas estructuras de persecución, andamios para fortalecer impunidades, puede ir abandonando su cargo.

 

Añadió «es tiempo ya de transformar toda una cultura de podredumbre, impunidad y complicidad dentro de los diferentes estamentos del sistema de Justicia en Pleno.»

 

Sus palabras no deben quedar en el aire, como un discurso elocuente que también hemos escuchado.

 

Desde hace años sabemos que es tiempo de transformar esta cultura, pero parece estarse haciendo demasiado tarde.