Lo han señalado de manera coincidente todas las encuestas cuando han auscultado los principales motivos de preocupación de la ciudadanía. Lo hemos expresado aquí de manera reiterada. Lo han mencionado otros comunicadores en sus respectivos espacios radiales y televisivos y columnas en la prensa escrita y los digitales. Lo han manifestado también respetadas voces desde diferentes ángulos de la sociedad. Es una constante en las redes sociales. Y tema de permanente y preocupada conversación en la población.
Se trata de la seguridad ciudadana. La necesidad de poner freno enérgico y urgente al auge rampante de la criminalidad que en todas sus formas y cada vez de manera más audaz y violenta, mantiene en estado de permanente zozobra a la población.
Los medios de comunicación dan cuenta diaria de las fechorías llevadas a cabo por el submundo criminal, desde los simples actos de ratería hasta los asaltos y atracos a personas, establecimientos comerciales, hogares, patanas y camiones que transportan mercancías y últimamente, ómnibus de pasajeros urbanos e intraurbanos. Todo esto sin contar los crímenes del sicariato y los enfrentamientos entre bandas que por lo general se disputan los puntos más atractivos para la venta de estupefacientes.
Ya la delincuencia no opera al amparo de las sombras de la noche como ha sido tradicional. Ahora todos estos delitos se producen a cualquier hora y circunstancia, a la vista de todos y plena luz del día, donde con frecuencia las víctimas no solo son despojadas de sus bienes sino de sus vidas, aún sin hacer resistencia a sus asesinos, quienes al parecer llegan al punto ya de matar por el simple placer de hacerlo.
Esa fotografía que ilustra la portada del Listín Diario en su edición de este lunes, donde un delincuente armado arrebata el bolso a una asustada niña, es tanto una perturbadora señal que recibe la sociedad de la violencia que muestran estos desalmados, como un desafío a la autoridad.
La lucha contra el auge del crimen es una guerra que tiene que entablar el gobierno con la mayor prontitud y firmeza. Pero, sobre todo, con un
plan eficaz de emergencia antes de que la situación se salga completamente de control.
No se trata en modo alguno de que la Policía salga a la calle a matar delincuentes. Está más que demostrado que esa no es una solución. El problema es de mayor envergadura y complejidad y exige la elaboración de una estrategia proactiva que, en primer término, lleve a las autoridades a buscar a los criminales en sus madrigueras, apresarlos someterlos, condenarlos y sacarlos de las calles y, en una visión más amplia, profundizar en las causas que contribuyen al auge de la delincuencia: la crisis familiar, la marginalidad y exclusión social, la falta de empleo y oportunidades de vida y progreso, la influencia del narcotráfico y el consumo de drogas, la corrupción y la impunidad de los grandes culpables y poderosos.
Para la agenda del gobierno tiene que ser su primera prioridad, sin esperar al próximo período para el cual, el Presidente Danilo Medina ha recibido el abrumador veredicto de las urnas, sino desde ya mismo. Devolver el perdido sosiego a la sociedad puede llegar a ser el punto más luminoso al concluir su futura gestión y el que le retribuya mayor cuota de agradecimiento y respaldo.
De lo contrario, se lo demandará.