El Sistema Judicial con sus códigos y funciones, constituye otro eje fundamental en la tarea de garantizar la seguridad ciudadana.
Son muchos los que reclaman modificaciones al Sistema Judicial que incluyan penas más duras para los criminales. No obstante, existen numerosas investigaciones que demuestran que el endurecimiento de las penas no desincentiva la criminalidad y, por ende, no contribuye a la Seguridad Ciudadana. Esto no quiere decir que las penas previstas a los criminales no deban ser las adecuadas acorde a la gravedad del crimen cometido y a las nuevas modalidades de delito.
Siempre ha estado de moda hablar de “mano dura” contra el crimen, ya que una gran parte de la sociedad, víctima de la inseguridad e ignorante de las causas reales de esta problemática, entiende que la solución de la misma tiene un carácter meramente punitivo. Sin embargo, tal y como plantea Bernardo Kliksberg en ¿Cómo enfrentar la inseguridad en América Latina? La falacia de la mano dura (2008), “El gran reto para las autoridades en una sociedad democrática, según el criterio de mayor consenso entre los expertos, no está tanto en aplicar ‘mano dura’, sino más bien en disciplinar civilizadamente a la población para vivenciar y resolver los conflictos y carencias por vías institucionales aprobadas”.
Desde la aprobación de nuestro actual código penal, se ha venido dando en la sociedad dominicana un fenómeno que aparece siempre en todas las sociedades que atraviesan una crisis en lo que a la seguridad ciudadana se refiere: se pide reformar leyes, endurecer penas y se le atribuye a los jueces respetar demasiado los derechos a los delincuentes. Lo cierto es que nuestro código no es blando y los jueces, en general, no son permisivos. Sencillamente, la Policía junto al Ministerio Público tienen la responsabilidad de hacer su trabajo correctamente para que al juez llegue un caso suficientemente documentado como para que pueda dar un veredicto de culpabilidad sin faltar a la ley.
Finalmente, no tenemos mayor inseguridad por el Código Penal que tenemos, y aunque los códigos deben ser sujeto de revisión en los casos que se amerite, no podemos olvidar que para problemas complejos no existen respuestas rápidas, ni recetas mágicas.
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