SANTO DOMINGO.- ¿Cuáles son algunas señales que podrían alertarle sobre un posible abuso escolar en sus hijos?
En algún momento, algún hermano o amigo se burló de un niño. Generalmente, esto no es dañino cuando sucede en un contexto mutuo, de juego y armonía, y ambos niños lo encuentran gracioso. Sin embargo, cuando la burla causa daño, es constante y desagradable, cruza la línea, se transforma en hostigamiento y debe frenarse.
El hostigamiento es un tormento intencional que se da a nivel físico, verbal o psicológico. Puede implicar desde golpes, empujones, insultos, amenazas y burlas hasta extorsiones para conseguir dinero y pertenencias. Algunos niños hostigan evitando a los demás o difundiendo rumores sobre ellos. Otros usan los medios sociales o los mensajes electrónicos para burlarse de los demás o herir sus sentimientos.
Es conveniente tomar con seriedad el hostigamiento y no solo restarle importancia como algo que los niños deben «aguantar». Los efectos pueden ser graves y afectar el sentido de seguridad y autoestima de los niños. En casos graves, el hostigamiento ha contribuido a tragedias, como suicidios y tiroteos en escuelas.
Los niños hostigan a otros por diversas razones. A veces toman de punto a otros niños porque necesitan una víctima (alguien que parece más débil en el aspecto emocional o físico, o que simplemente actúa o parece diferente de alguna manera) para sentirse más importantes, populares o al mando. Algunos hostigadores son más grandes o más fuertes que sus víctimas, pero esto no siempre es así.
A veces los niños atormentan a los demás porque es ese el trato que han recibido. Quizás crean que su comportamiento es normal porque ellos vienen de familias u otros entornos en donde a menudo todos se enojan, se gritan o se insultan unos a otros. En algunos programas de televisión populares parece promoverse la maldad: eliminan a la gente mediante un proceso de votación, la evitan o la ridiculizan por su apariencia o falta de talento.
A menos que su hijo le diga que está siendo hostigado, o tenga moretones o lesiones visibles, puede resultar difícil deducir si eso en realidad ocurre.
Sin embargo, existen algunas señales de alerta. Los padres podrían notar que los niños actúan diferente o parecen estar ansiosos, no comen, no duermen bien ni hacen las cosas que generalmente disfrutan. Cuando los niños están de mal humor, se irritan más fácilmente o comienzan a evitar determinadas situaciones (como ir a la escuela en autobús), puede deberse a alguien que los hostiga.
Si sospecha que su hijo está siendo hostigado pero no lo confiesa, busque oportunidades para sacar el tema de una manera más indirecta. Por ejemplo, tal vez en un programa de televisión vea alguna situación que puede servirle para iniciar una conversación y preguntarle a su hijo qué opina sobre el tema o qué cree que debería haber hecho esa persona. Esto puede dar lugar a preguntarle si alguna vez presenció o fue parte de una situación semejante. Quizás desee comentarle sobre otras experiencias suyas o de algún familiar a esa edad.
Permita que sus hijos sepan que si están siendo víctimas de hostigamiento o acoso, o si ven que eso le sucede a otra persona, es importante decírselo a alguien, sea usted, otro adulto (un maestro, un consejero escolar o un amigo de la familia) o a un hermano.