En el pasado no tan remoto, las razones por las que a cualquier persona el Departamento de Estado le cancelaba una visa eran, entre otras: 1) Por ser comunista; 2) Por haber cometido un delito grave; 3) Por haber violado las leyes migratorias; 4) Por ser traficante ilegal de lo que fuera. Las cosas han cambiado: ya no importa ser o haber sido comunista, aunque los demás motivos siguen vigentes. Pero hay que agregar uno nuevo: ser homofóbico y, en tal condición, burlarse pública o privadamente (aunque sea por teléfono) del Embajador de los Estados Unidos. Eso basta para que ese mismo señor te siquitrille.