Alguna o alguno de los periodistas famosos de ahora, o no había nacido o no estaba en la República Dominicana, era muy joven, y si hubiese vivido en nuestra Patria en aquel momento, hoy estaría recordando aquel atropello monstruoso digno de ser juzgado como genocidio en un tribunal internacional de justicia.
De ahí derivó una palabra que se utilizó para llamar a una facción que combatió con las armas la ocupación del Imperio Romano en Palestina, la facción de los zelotes. Con antecedentes en la resistencia siglos antes al dominio greco en la cultura hebrea.
Historiadores de la religión en algún momento han atribuído al Maestro, a quien ignorantes reducen simplemente a un profeta, a nuestro Señor Jesucristo, haber pertenecido al bando de los zelantes, celantes, o zelotes.
Sin embargo, la condena de todo tipo de violencia y el desapego el poder temporal es una de las características que fundamenta el testimonio y la predicación de la buena nueva de Jesús de Nazareth.
Ama al Señor con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, y al prójimo como a tí mismo. Así resumió sus enseñanzas de un reino que defraudó a quienes entendían que el maestro fue enviado a restaurar el trono temporo-estatal davídico.
Vino Jesús a practicar la justicia, pero también el Perdón y la misericordia. A enseñar que el error no debe verse solo en el prójimo. A condenar la hipocresía de los fariseos. De cierto tipo de hipócritas chantagistas.
En esta Semana Santa, cuando en la República Dominicana se habla de perdonar ciertos agravios ocurridos en la reciente historia nuestra, deberíamos verlos todos, los que tocan a todos, en todos lados.
Justamente en una Semana Santa en Abril, mes de tantos recuerdos, algunos gloriosos y otros tristes y vergonzosos como la matanza de centenares de dominicanas y dominicanos inocentes que en 1984 fueron cocinados a fuego de ametralladora cuando se lanzaron a las calles a buscar la comida que se les quitó de la boca.
Semana Sagrada con silencios cómplices y de voces que hoy se comportan como los fariseos y pretenden culpar de todos los males a otros sin mirar el sucio que tienen sus ojos y sus manos.
En estos momentos de penitencia, debemos rezar y pedir al Todopoderoso por aquellos que en estos tiempos liberales y modernos se comportan aún como los fariseos.
Porque siguen ocultando a las nuevas generaciones juveniles el genocidio del que fueron cómplices con algo más que su silencio -tanto en 1984 como ahora- mientras todos los días utilizan medios corrientes para cacarear las culpas de otros, Señor, Perdónalos a Todos, a ellos, y a sus Amos, por tanta discordia.