Una de las aberraciones humanas que Jesucristo condenó de los líderes religiosos y políticos de su época en Israel, fariseos, saduceos y sacerdotes, fue su hipocresía, porque obligaban a sus seguidores a someterse con dureza a prácticas religiosas, ritos y tradiciones difíciles de llevar, pero ellos no movían una paja.
Jesucristo, los calificó de hipócritas y los comparó a sepulcros blanqueados. Es decir, son los que dicen y no hacen. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia», (Mateo 23:25).
Me llama la atención cómo Jesús les habló con dureza al liderazgo religioso y político de su tiempo que, a su juicio, ataban cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponían sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo querían moverlas.
Esas cargas pesadas impuestas por esos religiosos, quienes se consideraban justos, guardaban a media la ley mosaica, la cual la interpretaban a su conveniencia, manteniendo una sacrílega actitud al convertir el templo de Dios, en cuevas de ladrones, con negocios rentables y ventas de animales que los sacerdotes permitían.
Esto arreció la protesta de Jesús que, en una ocasión, volteó las mesas de los cambistas, tras considerar que los sacerdotes enseñaban, doctrinas de hombre, porque distorsionaban las disposiciones divinas, dándole más importancia a costumbres humanas.
Se define la hipocresía como la actitud constante o esporádica de fingir creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que no se tienen o no se siguen. La persona hipócrita finge cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tiene o experimenta. La hipocresía en si es un tipo de mentira o pantalla de reputación.
En la política la hipocresía de muchos líderes se pone de manifiesto en sus discursos y su accionar, porque dicen una cosa y hacen otra, dejando ver una insostenible doble moral. Hablan de democracia y cuando llegan al poder la dejan de lado. Hablan de la independencia de los poderes públicos e interfieren en los mismos, haciendo creer que lo respetan.
Estamos acostumbrado a oír y ver que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Hay sectores importantes, como el empresarial, los mediáticos, sindicales y otros, que acostumbran a doblarle el brazo a cualquier institución oficial que afecte sus intereses.
Esperamos ver un líder y un gobierno fuerte que enfrente a aquellos que no respeten la institucionalidad y que realmente nuestra democracia, que hasta el momento es débil, funcione con fortaleza, como debe ser, el gobierno del pueblo y para el pueblo.
Nuestro pueblo ha tenido que sufrir, especialmente la clase media, media baja, la laboral y la de escasos recursos económicos, la hipocresía de muchos de nuestros políticos que han ofrecido mejorar su situación con medidas justas, pero sólo se queda en palabras y buenas intenciones.
Los dominicanos, acostumbrados a la indolencia, esperan que algún día haya un cambio radical y que las buenas acciones políticas de sus gobernantes, sean recordadas por la historia, al margen del disimulo y la hipocresía, que ha sido un mecanismo usado por muchos de nuestros líderes que tranquila, pasiva y penosamente, hasta ahora, hemos soportado.
Aspiramos que los que nos gobiernen ahora y en el futuro próximo, no sean semejantes a sepulcros blanqueados que por fuera a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de gusanos, como dijo Jesús a los líderes religiosos y políticos de su tiempo.
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