De los 400 millones de personas que sufren de depresión en el mundo (OMS), el 20% corresponde a depresiones biológicas, y afectan por igual a hombres y mujeres; el 80% restantes se deben a depresiones por factores exteriores. Este tipo de depresión afecta en más del 70% a las mujeres.
Las depresiones exógenas tienen su origen en eventos críticos, como una muerte, una enfermedad, un accidente, pérdida del trabajo, etc. Las condiciones del entorno generan depresión específicamente en las mujeres.
¿Por qué a las mujeres les afecta el entorno de forma negativa?
La educación que reciben las mujeres y los varones, la forma en que se les enseña a socializar y el patrón de comportamiento asignado, determina las relaciones de poder/sumisión entre ambos sexos, y sus consecuencias negativas en la salud de las mujeres.
Desde los primeros años de vida el entorno nos inculca una serie de pensamientos, creencias, valores y actitudes con los mandatos que se deben cumplir para ser una “buena persona”.
El varón y la mujer son adiestrados en modelos diferentes y estos mandatos generan emociones diferenciadas en ambos sexos: de tristeza, culpa y miedo en las mujeres y de furia, ira y agresividad en los varones. De este modo se construyen los roles de género y la dominación masculina.
El primer aprendizaje ocurre en la primera infancia de forma no verbal e inconciente, cuando todavía no existe la posibilidad de cuestionar. La familia, en especial la madre y el padre enseñan el comportamiento adecuado según el sexo.
Las normas de género son difícil de cuestionar o erradicar porque son inoculados en la niñez a través de refuerzos. Cada vez que a un niño o niña recibe premios afectivos por cumplir los mandatos de género los asume como buenos y válidos.
Después de los primeros años los estímulos afectivos entre niños y niñas se diferencian. A los varones se les estimula en el poder, el dinero, la acción, el control de los demás y el amor propio.
En las mujeres se inculca el amor romántico. Si cumple los mandatos de la “buena mujer” logrará un marido; después serán premiadas con la maternidad, el único amor puro, inocente y desinteresado que tendrán en un matrimonio,- por supuesto, heterosexual y monogámico-.
El guión de vida impuesto a las mujeres y las emociones y conductas que generan son asumidos como la propia identidad de mujer. Estas normas las predispone a padecer de enfermedades, dentro de ellas la depresión de género.
Continuaré reflexionando sobre cómo las normas de género asignadas a las mujeres las enferman.
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