Cuando nuestra memoria no recuerda ni conoce los acontecimientos de las páginas más importantes de la historia de su país seguramente correrá el riesgo de repetirla como si fuesen nuevas. Como decía Napoleón Bonaparte: “aquel que no recuerda su historia esta condenado a repetirla”.
Por suerte las redes sociales, muy criticadas por aquellos que no les conviene que la gran masa se entere de cosas que podrían definir su futuro, este 30 de mayo les recordaba a todos que nuestra nación tuvo a un Trujillo que fue ajusticiado en un día como ese hace ya 51 años. Encontré que algunos periódicos matutinos ignoraron ese gran día.
Para poder ser mañana tenemos que conocer el ayer y definir claramente el hoy. Con palabras sencillas, pero con verdades muy puntuales el olvidado de hoy Don Juan Bosch decía: “La Cultura es lo Primero”. ¿Y que es la cultura?
Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales (tecnologías) que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver sus necesidades de todo tipo.
El primer significado es predominante dentro de nuestro uso actual del término «cultura», pero el segundo juega todavía un importante rol en lo que creemos debería lograr la cultura, como la «expresión» plena del ser único y «auténtico».
La cultura nos lleva directamente al progreso y el progreso a la civilización. Sin cultura nunca podrá haber desarrollo, progreso y civismo.
Normalmente las figuras más notables que hemos tenido esconden realidades. Transforma los hechos a su conveniencia, y trata de borrar aquellas que pudiesen hacerle sombra.
Nuestras aulas son las responsables a través de la honestidad en la enseñanza de nuestros profesores de que esa relación de hechos que ha acontecido no sea burlada. San Martin, libertador de Argentina, Chile y Perú nos recuerda con estas palabras una gran verdad: “serás lo que debes ser o sino no serás nada”.
La autocensura es uno de los grandes peligros por el cual atraviesan los pueblos ausentes de conocer su cultura y las mismas nos pueden llevar al que con justicia se apagó hace 51 años… pertenecemos a una generación que ya se va, y nos preocupa la que está y la que va subiendo, porque tristemente es ver la compra y venta de conciencias, el lambonismo y el no entender que en la vida lo importante es llegar a ser para servir al pueblo y no para adueñarse de su dinero.
En todos estos años largos que he vivido no he tenido que comprar ni vender conciencias y eso me hace muy feliz, vivo con lo que tengo y con lo que produce mi trabajo y espero que jamás se me enmudezcan mis labios frente a la injusticia…