Redacción.- Cuando la tecnología se utiliza para fines educativos y con un tiempo limitado, puede ser positiva para el desarrollo de los niños. Pero si ésta se usa de forma excesiva y sin supervisión de un adulto, las consecuencias pueden ser graves.
Aunque inicialmente los padres pudieran ver estos dispositivos como un alivio o una niñera prácticamente gratuita, exponer a un niño o adolescente a más de 2 o tres horas por día a este tipo de aparato, pudiera alterar las funciones sicológicas y neurológicas.
Los especialistas advierten que estos niños se convierten pocos sociales y que algunos programas y juegos pueden provocar que el menor tenga hasta pesadillas, lo que a su vez resulta en insomnio e incide en sus actividades cotidianas.
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