Iglesia critica matrimonio infantil y embarazos adolescentes

Antes de concluir, abogó por la madre Tierra. “De ella nos ha hablado magistralmente el papa Francisco en Laudato si'. Sus palabras denuncian, en nuestro pueblo dominicano, los delitos medioambientales; tales como incendios forestales y deforestación

SANTO DOMINGO.- En el solemne Sermón de las Siete Palabras que cada Viernes Santo que pronuncia la Iglesia católica, la reflexión sobre los males sociales que afectan a la sociedad dominicana estuvo presente desde el primero momento.

Al pronunciar la Segunda Palabra: “Amén. A ti te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”, Hna. Ángela Cabrera, Fundadora de la Comunidad Discípula Misionera por la Santidad, se deplora el porcentaje de los partos por cesárea, cuyos nacimientos en esta modalidad es de un 58.1%, mientras que la Organización Mundial de Salud recomienda entre un 10% y un 15%.

“Como país, somos tristemente líderes mundiales en estas prácticas solicitadas, en unos casos, por las madres, sin ser plenamente conscientes; y muy favorecidas por los profesionales; supone el 54% de muertes en las mujeres que dan a luz. Este drama es como una deuda social acumulada”, señala.

En este orden, indica que de acuerdo con los reportes de SINAVE, el 88% de las muertes maternas serían felizmente evitables; el 85% de las mismas están relacionadas con la falta de calidad de atención sanitaria.

Resalta que también gritan sin voz, y buscan el justo paraíso, tantas mujeres silenciadas por la fuerza. En el año 2022 sucedieron 53 feminicidios y 84 homicidios en todo el territorio nacional. La llamada “línea 212”, del Ministerio de la Mujer, reportó, en ese mismo año 2022, 6,129 llamadas pidiendo algún tipo de asistencia por amenazas. Además, se produjeron 6,812 casos de abusos sexuales contra la mujer, y fueron emitidas 29,103 órdenes de protección.

Lamenta que a pesar de los protocolos establecidos, las cifras denuncian que no se logran significativos avances para disminuir las injustas y dramáticas pérdidas de vidas femeninas.

En otro orden, la República Dominicana es un país por encima de la media de renta per cápita; sin embargo, la tasa del matrimonio infantil es similar a la de los países más pobres, como por ejemplo los del África Subsahariana. Nuestro país es el más alto de la región latinoamericana y caribeña en este tipo de uniones. Más de un tercio de las jóvenes se casan antes de cumplir los 18 años. Las adolescentes, entre 15 y 19 años, conviven con varones entre cinco o diez años mayores que ellas; aun cuando la legislación dominicana tipifique como abuso sexual las relaciones con personas menores de edad, en las que haya una diferencia de 5 o más años.

“No podemos olvidar a tantas mujeres que, separándose, incluso, de su familia, buscan el “sueño americano y europeo”. Desean el “paraíso” en otro lugar, soportando una forma de vida, con mucha frecuencia, dura y precaria. En ellas vemos reflejadas situaciones de otras mujeres migrantes en nuestro propio país. ¿Cómo pueden ser compatibles las tristes realidades señaladas con un dato esperanzador?…: La mujer dominicana, por su nivel educativo superior, lidera el 40% de los hogares, y representa más del 50% de la fuerza de trabajo en el país”, sostuvo.

Antes de concluir, abogó por la madre Tierra. “De ella nos ha hablado magistralmente el papa Francisco en Laudato si’. Sus palabras denuncian, en nuestro pueblo dominicano, los delitos medioambientales; tales como incendios forestales y deforestación; contaminación de ríos y mares en todas sus formas, incluidas las llamadas islas de plásticos; abuso de explotación minera con enormes movimientos de tierras para buscar oro o fabricar cementos; los incontrolables vertederos de basura y sus permanentes quemas; los cementerios de vehículos, así como la chatarra de los electrodomésticos… El papa nos viene advirtiendo que no hay plan B, ni planeta tierra B”.

Con estos pecados humanitarios y ecológicos nos estamos colocando al lado del mal ladrón, rechazando el paraíso. Necesitamos una conversión integral, para colaborar, no con la cultura del error y del terror, sino con la cultura de la vida y la reconstrucción del paraíso humano y medioambiental.

Concluyo esperanzada con las palabras del profeta Isaías 11,6-10, las cuales hago oración: “Llegará un día en el que el lobo habitará con el cordero; el puma se acostará junto al cabrito; el ternero comerá al lado del león y un niño chiquito los cuidará.